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Escritos Dhruva Yoga


En esta subpágina vamos a incluir algunos escritos, desde la humildad, basados en nuestros pareceres y en los mucho que nuestros maestros nos enseñan y las personas que comparten su energía con nosotros

Empezamos con una traducción de la vida de Swami Sivananda, que hicimos de un texto original en inglés que está en la página www.sivananda.com. Es una publicación de The Divine Life Society of Rishikesh



SWAMI SIVANANDA – UN SABIO MODERNO

Una publicación de la Divine Life Society

 

Contenidos:

 

*          Swami Sivananda. Un sabio moderno

*          Los primeros años

*          Educación

*          Un periodista

*          Doctor en Malaysia

*          Preparación para Sannyasa

*          Renunciación

*          Iniciación

*          Sadhana

*          Samadhi

*          Seva Yatra

*          Diseminación del conocimiento

*          Preparación de sus discípulos

*          La personalidad de Sivananda

*          Universalidad de sus enseñanzas

*          Sus últimos días

 

 

 

 

 

 

                                                           ***

 

 

Amigos,

 

Moksha es libertad de nacimientos y muertes. Es el logro de la dicha eterna. No hay espacio ni tiempo en ella misma, ni hay en ella ningún estado, ni externo ni interno.

 

Has nacido para alcanzar Moksha o la emancipación final. Moksha es tu meta. Mata este pequeño “yo” o egoísmo a través de la pregunta “¿Quién soy yo?”, alcanzarás Moksha y brillarás como un emperador de este  mundo.

 

¡Que alcancéis Moksha en esta misma vida!

Om Tat Sat

 

Sivananda.

 

 

 

 

 

 

SWAMI SIVANANDA, UN SABIO MODERNO.

 

“Con la mente armonizada por el yoga, él ve el Ser en todos los seres y todos los seres en el Ser; él ve lo mismo en todas partes”. Bhagavad Gita (VI. 29)

 

¡Qué ser tan divino era el Gran Maestro! Su Santidad Sri Swami Sivananda. Un estudio de su vida nos revelará las experiencias de un hombre que descansa en la Conciencia Universal.

 

LOS PRIMEROS AÑOS

 

Kuppuswami era su nombre. Nació el 8 de septiembre de 1887, en Pattamadai, cerca de Tirunelveli, en el estado Tamil Nadu del Sur de la India. El futuro Swami Sivananda nació de una familia de personas muy devotas. Su padre, Vengu Iyer, era una gran alma, que llevaba a cabo cultos diarios y devenía inmerso en la dicha de la comunión con el Señor. Piedad y bondad fluían del padre al hijo. Cada mañana, el pequeño Kuppu iba al jardín y cogía flores y hojas de Bael para el culto a Siva de su padre. Kuppu escuchaba atentamente las recitaciones védicas y las lecturas de las escrituras sagradas de Vengu y se unía a sus padres en sus oraciones y en el Kirtan.

 

Desde su infancia, Kuppuswami desplegaba tendencias desinteresadas. Si su madre le daba un pastel o un dulce, él se precipitaba enseguida a buscar a sus amigos para compartir la delicia. Él disfrutaba dando. Distribuía piscolabis a los sirvientes, a los perros y gatos, cuervos y loros. Kuppuswami llevaba mendigos dentro de la casa y los alimentaba. Pero el mayor placer de Kuppuswami era servir a Sadhus y Sannyasins.

 

En su adolescencia Kuppuswami disfrutaba con el ejercicio físico. Le entusiasmaba ejercitarse en barras paralelas y horizontales, lo cual no era del gusto de sus padres. Incluso, a veces, antes de que llegara la hora del responso de después del despertar, Kuppuswami dormía fuera para practicar sus ejercicios físicos. “Tengo que confesar –dijo una vez, con un centelleo reminiscente en sus ojos al recordar- que muchas veces yo acostumbraba a colocar una almohada en mi cama y cubría ésta cuidadosamente con una sábana para dar la apariencia de mi inocente ser durmiendo plácidamente”.

 

EDUCACIÓN

 

Kuppuswami completó su educación general en su adolescencia. Al pasar en 1905 el Intermediate Examination, ingresó en el Instituto Médico Tanhore, donde trabajó como un poseso. Utilizaba sus horas de descanso estudiando libros médicos de todas las descripciones. Después de dos años de estudio de Medicina, poseía los conocimientos de un estudiante de cinco años. Por esta causa, él fue libremente admitido en las salas de operación y disección ya desde el primer año. Los profesores lo encontraban inteligente, trabajador y prometedor y por ello lo tomaron en su confianza y como su asistente. Kuppuswami utilizó estos privilegios diligentemente para adquirir conocimientos de cirugía. Él siempre llevaba en su bolsillo una libretita para anotar detalles de los experimentos o recordar pensamientos útiles.

 

UN PERIODISTA

 

Cuando Kuppuswami estaba a medio camino de su carrera médica, su padre murió y su madre cayó enferma. La familia pasó por circunstancias difíciles. Para mantenerse el Doctor Kuppuswami empezó una revista médica que llamó Ambrosía. Él hizo de editor e inversor inicial. La primera edición salió en 1909 como una revista mensual de 32 páginas.

El mismo Kuppuswami escribió muchos artículos bajo diferentes seudónimos. Recibió artículos del antiguo sistema de medicina hindú, de médicos ayurvédicos. Aunque la revista era en inglés, reservó algunas páginas para recetas en tamil.

A través de su revista, Kuppuswami consiguió disipar la ignorancia de la gente en materias de higiene personal y salud pública. Enfatizó, más que en los remedios, en la construcción de la salud y la prevención de la enfermedad. Salud, higiene y dieta recibían especial atención. Los lectores sentían un significativo toque espiritual en las páginas de Ambrosía.

La revista ganó popularidad. Las ganancias no fueron  muchas pero Kuppuswami podía dar con éstas dinero a su anciana madre Parvati Ammal.

Mantener una revista era difícil. El nivel de alfabetización era bajo, los lectores pocos y los anunciantes no eran muchos. Incluso un anuncio a página completa en Ambrosía costaba sólo 3 rupias. Kuppuswami no tenía ayudantes. Él por sí mismo era editor, manager y distribuidor. La revista duró cuatro años.

 

En 1913, al doctor Kuppuswami  se le presentó una atractiva oportunidad para el servicio. Miles de trabajadores hindúes en las plantaciones de goma de Malaysia estaban viviendo en condiciones deplorables con poca atención médica. El Doctor Kuppuswami decidió cruzar los mares para servir a los necesitados. En una fiesta de despedida, el joven doctor dijo a sus amigos:

 

-          El conocimiento de los libros no nos llevará lejos. Yo estudié Anatomía, diseccioné el cuerpo humano... ¡Pero no pude encontrar el Atman (alma) en el cuerpo humano!

-          El Atman  puede ser visto sólo cuando el ego es destruido – exclamó un amigo.

-         Verdad – dijo Kuppuswami- y el servicio desinteresado  es el arma más potente para diluir el ego. Cada día debo hacer un acto caritativo. De sitio en sitio  yo debo pensar en Dios con un corazón anhelante.

 

 

 

DOCTOR EN MALAYSIA

 

Al llegar a Malaysia, el doctor Kuppuswami se encontró con el jefe de la finca de goma, que tenía su propio hospital. Él preguntó al joven Doctor “¿Puede usted manejar el hospital?”, la respuesta fue “Sí, yo puedo manejar incluso 3 hospitales”. Se le asignó enseguida el hospital de la finca Senawang. El Dr. Kuppuswami tenía que dispensar medicinas, hacer las cuentas y atender a los pacientes. En su trabajo el Dr. Kuppuswami era metódico, esmerado y concienzudo. Pedía a sus ayudantes que mantuviesen el sitio limpio porque la limpieza era la medicina más grande que el hospital podía ofrecer. Las páginas de historias médicas, los cuadros de temperatura, las cartas de admisión y otros documentos eran guardados, actualizados y completados.

 

El Dr. Kuppuswami tenía también una práctica privada. Había muchos doctores en Malaysia, pero pocos eran comprensivos con sus pacientes. Generalmente ellos corrían detrás de los clientes ricos. El Dr. Kuppuswami buscaba a los pobres que necesitaban más de sus servicios. Otros doctores cobraban honorarios por una mera consulta. El Dr. Kuppuswami daba dinero a sus pacientes, a cuenta del hospital, para cubrir sus gastos inmediatos. Animaba a sus pacientes con su humor y les decía palabras alentadoras para elevar sus espíritus. Enseguida, las personas enfermas se sentían gratamente aliviadas. La mirada compasiva del doctor, sus dulces palabras, la generosidad de su voz, los tonos suaves, la atención concentrada con la cual hablaba a las personas que sufrían, todo ello producía una impresión tan tremenda que el que sufría olvidaba sus preocupaciones en la seguridad y el amor de la compañía del doctor.

El Dr. Kuppuswami siempre rezaba mientras atendía a sus pacientes. Cada  viernes él mantenía un encuentro para rezar en el hospital, al final del cual él distribuía el Prasad del Señor. Después visitaba las salas, parándose al lado de la cama de aquéllos que yacían demasiado enfermos para acudir a los rezos, poniendo un poco de Prasad en sus bocas con su propia mano.

El Dr. Kuppuswami esperaba pacientemente en las casas de personas desesperadas y afligidas durante la noche y dejaba el sitio sólo cuando el paciente se había aliviado del sufrimiento. Su vida en las fincas de Malaysia fue altamente inspiradora y elevadora. En la caridad él fue como Karna de viejo. Como un banyan (higuera sagrada) que da cobijo a todos y cada uno, él no rechazó a nadie que acudió pidiéndole ayuda.

 

 

PREPARACIÓN PARA SANNYASA

 

Las tendencias e instintos religiosos lentamente se desarrollaron en el joven doctor. Él buscó la compañía de Sannyasins y Sadhus y empezó a estudiar libros religiosos. Sus estanterías se llenaron de libros de filosofía y una variedad de libros de otras materias. Él era un lector voraz y a menudo se quedaba levantado hasta tarde con sus libros.

Tanta era su devoción por los Sannyasins y yoguis que si alguno pasaba cerca de él, se precipitaba hacia ellos con ricos regalos. A menudo los mantenía consigo por algunos días y les mandaba a su destino con el debido respeto y consiguiéndoles un billete de tren de primera clase.

Abundante caridad, compasión, misericordia y servicio a los pobres llegaron a ser rasgos prominentes de su personalidad y fueron éstos los que le ayudaron en su crecimiento espiritual y sostuvieron su vida espiritual.

 

 

 

RENUNCIACIÓN

 

El servicio a la humanidad, el estudio de la literatura espiritual, la asociación con almas devotas y las prácticas devocionales en casa, todo ello produjo un cambio gradual en su perspectiva vital. Todas estas prácticas purificaron su corazón y volvieron su mente hacia dentro. Kuppuswami se volvió más introspectivo. Escribió por este tiempo: “¿No hay una misión más alta en la vida que la ronda diaria de tareas artificiales, el comer y el beber? ¿No hay una forma  más alta de felicidad eterna que estos placeres transitorios e ilusorios? ¡Qué incierta es la vida aquí! ¡Qué insegura es la existencia en este plano de la tierra, con variedad de tipos de enfermedades, ansiedades, preocupaciones, miedos y decepciones! El mundo de los nombres y las formas está constantemente cambiando. El tiempo se fuga, todas las esperanzas de felicidad en este mundo acaban en dolor, desesperación y pena. ”

En todas partes, a su alrededor, el doctor encontraba a gente afligida, física  y mentalmente. Su corazón sangraba por el pobre, el enfermo y el que sufría. La tragedia humana hipotecaba el corazón del doctor.

En el hospital el doctor Kuppuswami tenía que batallar con el dolor humano. Aunque salvó a algunas personas, muchas murieron ante sus ojos. La muerte seguía siendo un eterno misterio para él.

En este punto crítico de su vida, vino a él un Sannyasin itinerante. Estando con él durante algunos días el Sannyasin cayó enfermo y fue cuidado y vuelto a la salud por el doctor. El sannyasin quedó cautivado por aquel tratamiento amoroso del doctor y regaló a Kuppuswami valiosos libros. Uno era el Jiva Brama Aikya Vedanta Rahasyam escrito por Cuddapah Satchidananda Swami. Ésta fue la primera lección para Kuppuswami en Vedanta y los aspectos  positivos de la vida en el plano terrestre. El propósito real de la vida humana se le volvió evidente.

Kuppuswami desarrolló un ardiente deseo de pisar el camino de los sabios y abrirse al reino de la inmortalidad. Su deseo creció en intensidad hasta que en 1923 la chispa espiritual que Kuppuswami había nutrido rompió y eclosionó en una ardiente llama. Como golpeado por el relámpago, los deseos mundanos le abandonaron. La civilización materialista era impotente y le disgustaba. Rechazó las riquezas, la posición, el estatus y el mundo que no podía ofrecer soluciones duraderas al sufrimiento. Él había llegado a una etapa donde ya no podía llevar a cabo por más tiempo sus tareas en el hospital. Dejó su trabajo, repartió sus pertenencias y dejó las orillas de Malaysia.

Con Dios como su guía, sin llevar posesión alguna, el serio doctor comenzó su Parivrajaka (errante)  vida, yendo de un pueblo a otro. Kuppuswami no tenía experiencia en pedir. Él, que siempre daba, no podía fácilmente convertirse en alguien que pedía. Iba a una casa del pueblo, se acercaba tranquilamente a un hombre y le susurraba al oído “Soy un Madrasi Brahmin. Tengo hambre. ¿Puede darme algo de comida?”. Aquéllos a quienes se acercaba quedaban sin embargo, sorprendidos, cuando les daba las gracias con su noble semblante.

A veces un hombre del hospital le llevó a su casa y le sirvió buena comida. Después de comer, Kuppuswami ante sus anfitriones pidió rezando a Dios que les bendijera y continuó su camino. Fueron varios los hombres del hospital que invitaron de este modo a Kuppuswami pero él no visitó nunca la misma casa dos veces. Algunas veces una piadosa familia le pedía que se quedara con ellos a dormir, pero Kuppuswami se deslizaba hacia fuera de la casa  e iba hacia el siguiente pueblo por miedo a ser una carga entre la buena gente.

Con la cabeza descubierta, con los pies desnudos, escasamente vestido, el novicio deambulaba. A veces tenía que pasar sin comer y caminar milla tras milla pesadamente. Forzado por el hambre, él comía entonces higos silvestres y frutas amalaka caídas de los árboles que bordeaban el camino. A menudo tenía que dormir en la tierra bajo estos árboles.

La vida Parivrajaka (la vida de un monje itinerante) ayudó a Kuppuswami desarrollar la abstención, la mirada equitativa y la serenidad en los aspectos del placer y del dolor.

 

 

INICIACIÓN

 

En sus pasos errantes, Kuppuswami supo de Rishikesh, un oscuro lugar en los Himalayas  poco conocido para el mundo exterior, salvo para unos pocos hambrientos de la realización de Dios. Él sintió que éste era el sitio que él anhelaba, un lugar donde podría hacer Sadhana intensa y Tapas.

Al llegar a Rishikesh, el 8 de mayo de 1924, el joven peregrino quedó encantado por las magníficas alturas de las grandiosas montañas y las frías y refrescantes aguas  del sagrado Ganges. El 1 de junio, cuando estaba tomando un baño en el Ganges, allí estaba su santidad Sri Swami Vishwananda Saraswati, que pertenecía a la Sringeri Math de Sri Shankaracharya. El novicio y el monje se atrajeron uno al otro. El novicio vio un gurú en el monje y el monje vio un discípulo en el novicio. Swami Vishwanandaji tomó a Kuppuswami y lo llevó a su Kutir. Después de descansar un rato, Kuppuswami fue a Kalikamliwala Kshetra (una casa para Sannyasins). Allí fue rechazado porque él no era un sannyasin. Cuando desandaba sus pasos se encontró otra vez con Swami Vishwanandaji. Después de intercambiar algunas palabras, Kuppuswami fue iniciado en la orden  de los Sannyasins por su santidad Sri Swami Vishwanandaji. (El rito religioso de la Viraja Homa fue hecho más tarde por Sri Swami Vishnudevanandaji Maharaj en el Ashram Kailash). Él se deshizo de su Doti secular y se puso la Gerva (ropa tradicional naranja de los sannyasins) regalada por el gurú.  Le enseñaron los secretos de Kaivalya (liberación) y los misterios de los Mahavakyas (grandes frases). El anterior doctor Kuppuswami se convirtió en Swami Sivananda Saraswati de la orden de Shankaracharya.

 

Preguntado por si él seguiría a Swami Viswananda a Haridwar y Benarés, Swami Sivananda decidió quedarse y sumergirse en el Sadhana. El gurú le escribió dándole instrucciones acerca de Sannyasa. Más luz deviene de la propia autobiografía de Swamiji:

“En busca de un gurú yo llegué a Rishikesh y recé al Señor por su gracia. Hay muchos estudiantes egoístas que dicen ¨yo no necesito un gurú, Dios es mi gurú¨. Ellos cambian sus propias túnicas y viven independientemente. Cuando las dificultades y los problemas les afligen, se desconciertan. No me gustan las violaciones de las reglas ni de las regulaciones de las escrituras, los sabios y los santos. Cuando hay un cambio en el corazón debe haber también un cambio externo. La gloria y la libertad de un Sannyasin difícilmente pueden ser imaginadas por el tímido y el débil.

Un gurú personal es necesario al principio. Sólo él puede mostrarte el camino para alcanzar a Dios, el Gurú de los gurús, y evitar las trampas y dificultades de tu camino. La autorrealización es una experiencia trascendental. Podrás marchar en el camino espiritual solamente si pones fe implícita en las palabras de los sabios que han alcanzado la Verdad y el conocimiento del Ser.

El llevar ropas ocres es muy necesario para alguien que ha cambiado su mente. Debido a la fuerza del hábito, cuando los sentidos se mueven entre los objetos sensoriales en el momento en que tú miras tus ropas coloreadas, éstas te recuerdan que tú eres un Sannyasin. Éstas te darán una sacudida y te salvarán de acciones viciosas, tienen su propia gloria  y ventajas. Sólo un sannyasin real puede cortar todas las conexiones y los lazos y liberarse completamente de las ataduras. Sus amigos y parientes no le molestarán. El hábito es de gran ayuda cuando uno se pone en una plataforma para predicar. Éste tiene su propia santidad en las mentes de los hindúes. La gente común fácilmente recibirá las ideas de un Sannyasin. Algunos hipócritas dicen: “Nosotros hemos coloreado nuestras propias mentes. No necesitamos cambiar las ropas” Yo no creo a estos hombres. Incluso el famoso Mandana Misra, Avatara de Brama, que luchó con Sri Shankara, se convirtió en Sannyasin. El gran Rishi Yajnavalkya se convirtió en un Sannyasin. Sólo aquellos que tienen deseos, pasiones y ataduras, aquellos que son tímidos, miedosos de cambiar la ropa y así sucesivamente, se autoconvencen de esta forma con sus falsos, ingeniosos  e insensatos argumentos”.

 

                                                            

SADHANA

 

Kuppuswami fijó  su domicilio cerca de Lakshman Jhula. Siendo un Sannyasin él quería abstenerse de la actividad del mundo pero no tuvo fuerzas para resistir la tentación de ir al lado de la cama de los Mahatmas enfermos en el vecindario. En él el espíritu de servicio ardía más resplandeciente que nunca. Andando a través de los barrancos  de Lakshman Jhula, Sivananda vio muchos Sadhus sufriendo de extremo frío y malnutrición, con frecuentes ataques de fiebre y disentería. Swamiji no podía soportar ver los apuros desesperados de aquellos hombres santos, pero no tenía dinero para la dieta y las medicinas necesarias.

Un pensamiento brilló en la mente de Swamiji: el dinero no era malo en sí mismo. Podía ser usado para hacer el bien tanto como para hacer el mal. Y recordó sus ahorros en la compañía de seguros. Un abogado amigo le ayudó a rescatar de su seguro unas 5000 rupias. Jurando no tocar nada para sus necesidades personales, él puso este dinero en una cuenta de ahorros de una oficina de correos. De este modo Swamiji empezó su peregrinaje diario a las cabañas de los Mahatmas enfermos. Simple comida y medicinas no eran todo, él también dispensaba palabras de ánimo, coraje y unas salpicaduras de delicioso humor. Sin una sola palabra, Swamiji ponía aparte las ropas sucias del hombre enfermo y las devolvía a su lugar unas pocas horas después, lavadas y ordenadamente dobladas. Él no dejaba nunca vacío el cubo de agua, ni el suelo sin barrer.

Uno de los Mahatmas del vecindario, Swami Kalikananda, vio con interés el servicio que el doctor de Malaysia rendía a los Sadhus. La oportunidad, pensó él, no debería ser desaprovechada. Se dirigió a Swamiji con el propósito de ponerlo al frente de un dispensario médico de caridad. El dispensario Satya Sevashram se puso en funcionamiento. Emplazado en una habitación pequeña a unas cuantas yardas al norte del puente Lakshman Jhula, el dispensario estaba en la entrada de una ruta popular de peatones usada por peregrinos de famosos santuarios de los Himalayas, de Badrinath y Kedarnath. Era el único lugar que había  para atender al máximo número de peregrinos, sadhus y personas de los pueblos de alrededor.

Una tarde, un peregrino que iba de camino hacia Badrinath, vino a verlo. Después de haberse ido, a Swamiji se le ocurrió que debería haberle dado una medicina diferente que le habría sido de más ayuda. El pensamiento de que no había hecho lo máximo posible por aquel hombre invadió su mente. Así que, muy temprano, la mañana siguiente, incluso antes del amanecer, cogió la medicina e inició una firme carrera cuesta arriba para alcanzar al viajero. Cuando llegó al siguiente alto vio que el peregrino estaba en una subida anterior y había ya proseguido su camino. Intrépido, Swamiji se dio prisa hasta alcanzarlo al recorrer casi cinco millas y allí le dio su preciosa medicina.

El interés persistente de Swamiji era llenar el día entero con buenas acciones. El servicio era  su lema.

“Estate siempre en la búsqueda de una oportunidad para servir, nunca pierdas una oportunidad. Debes ser como un perro guardián, alerta para agarrar enseguida cualquier oportunidad de ser útil  que se te presente... debes crear oportunidades para hacer algo por los demás. No esperar la oportunidad, sino crearla, significa que te haces útil y de ayuda. Hazlo de cualquier manera para la que seas particularmente apto, según tu temperamento, talento y disposición natural.

En raras ocasiones, debes incluso ser  agresivo en tu  servicio. A veces las personas desvalidas, en necesidad de ayuda, la rechazarán tontamente. En estos casos, haz el servicio requerido a pesar de sus titubeos.

El servicio es "amor en expresión". Esto va unido con un deseo fuerte y positivo de bienestar universal, viniendo a ser una más alta y efectiva clase de servicio. Al generar una corriente de una vibración curativa y que ayuda, se contribuye al bienestar común, de una forma sutil pero poderosa, especialmente si usas el poder de la oración.”

El mismo Swamiji era muy insistente en sus convicciones acerca de la eficacia de la oración cuando es sincera y fervorosa.  Él dijo una vez: “la oración tiene una influencia enorme. Puede hacer cualquier cosa, siempre que sea sincera. Ésta es oída enseguida y respondida. Hazla en la lucha diaria de la vida y date cuenta por ti mismo de su alta eficacia. Reza de cualquier manera que te guste. Vuélvete tan simple como un niño. No tengas astucia o deshonestidad. Entonces lo tendrás todo.”

 

 

Desde el mismísimo principio, Swamiji siguió su propia tendencia innata con respecto al Sadhana. Él no imitó a nadie, siendo el servicio una parte natural de sí mismo. Atendió a las necesidades  de los sadhus enfermos con sumo entusiasmo; para él el trabajo en sí mismo era adoración. Meditación profunda, austeridades como atarse, estar de pie en las heladas aguas del Ganges durante  las primeras horas de la mañana, todo esto combinado con su ronda diaria de servicio a los enfermos y necesitados, mendigos u sadhus, era su forma de sadhana.

 

 

SAMADHI

 

Al mismo tiempo que swamiji avanzaba más en la práctica de la meditación, se negaba a sí mismo todo alimento, compañía o charla. Se sumergía más y más profundamente en el Samadhi (estado superconsciente) y se encerraba a puerta cerrada durante muchos días. Sus compañeros sadhus estaban sorprendidos y se preguntaban de qué estaba hecho. No se permitía a sí mismo ni un día de relajación.

“Yo ponía especial atención en la vida simple, los pensamientos elevados, la comida ligera, y el estudio profundo, la meditación silenciosa y oraciones regulares. Amaba la reclusión y guardé voto de silencio. No me gustaba la compañía ni las charlas ociosas. Solía coger algunos libros de la biblioteca del Ashram Rama en Muni-Ki- Reti y dedicaba algún tiempo al estudio cada día. El descanso y la relajación me daban suficiente fuerza para llevar a cabo una intensa sadhana. Me movía cerca de hombres santos pero nunca me entregué a discusiones ni debates con ellos. Autoanálisis e introspección fueron mi guía. Pasaba tiempo meditando y practicaba varias tipos de yoga en mi sadhana y todas mis experiencias las he publicado en muchos libros como consejo para los principiantes. Era costumbre, incluso para los grandes místicos, mantener sus conocimientos más especiales en secreto, revelando sólo unos pocos conocimientos escogidos, pero yo rápidamente dejaba salir mis pensamientos y experiencias para ayudar al mundo y a los buscadores incansables de la Verdad.”

La original y extraordinaria sadhana de Swamiji culminó finalmente en la gran experiencia de fusión con lo Divino y en ser libre de una vez por todas de las limitaciones de las cadenas existenciales. Cuando se le preguntó acerca de los rasgos más sobresalientes de su vida interior, él dijo: “Yo hice de la meditación profunda el principio fundamental de mi sadhana. No hallé obstáculos dentro ni fuera. Esto me llevó a la experiencia última.”

Swamiji acostumbraba a llevar estos días un pequeño cuadernito de  bolsillo –“El Látigo”- en el cual dejaba constancia de todo lo que él quería recordar de sí mismo. Esto da una idea de las intensas e integrales austeridades que él practicaba en aquellos días.

“Debería ser empleado más tiempo (ocho horas) en meditación, incluso doce, dieciséis horas diariamente. Incluso los estudios y tratamientos médicos deberían ser abandonados por algún tiempo. Solamente pura meditación.

El invierno debe ser aprovechado. Es el mejor tiempo para la meditación. ¡Durante un mes o quince días  deja el Swarg Ashram (el sitio donde vivas) sin informar a nadie! Coge dos mudas de ropa y una sábana. Vaga a lo largo de las orillas del canal del Ganges. Vive mendigando de casa en casa. No hables con los lugareños. Observa voto de silencio durante estos días.”

Para mantener las funciones del cuerpo en estado saludable, Sivananda mantenía religiosamente su rutina diaria de asanas, así como pranayama y otros kriyas del Hatha Yoga. Esto lo suplementaba con un poco de ejercicio físico, a veces correr (casi siempre). A veces trabajaba en la reparación de alguna parte solitaria del Swarg Ashram, pasada la curva del río y de repente esprintaba vigorosamente una o dos buenas millas.

El pranayama regular confería a Swamiji una energía incansable, una memoria fenomenal y una poderosa voz. Esto también le ayudaba a conseguir una rápida curación de sus pacientes, a través de la transmisión de Prana Shakti a las partes enfermas. En su posterior período tapasya, cuando devino en experto en este arte de curación psíquica, Sivananda siempre insistía en lavar las piernas a los pacientes antes de administrarles medicinas.

Sivananda mantenía una rigurosa rutina. Acostumbraba a levantarse a las 4 a.m. y sumergirse en el helado Ganges, permaneciendo de pie en el agua hasta la cintura en el río sagrado y comenzaba allí su Japa, continuando hasta el amanecer. Sólo después de invocar a las deidades a través del sol y realizar los cultos se salía de las heladas aguas. Volviendo a su kutir, Swamiji entraba en meditación. A las 9 a.m., cuando salía, había algunas personas enfermas esperándolo. Después de atenderlos, tomaba un baño ligero, cubría su cabeza e iba al Kshetra (donde se distribuía la comida) por un sendero poco frecuentado, para evitar el barullo y las charlas insustanciales y volvía con su Bhiksha (comida), con la menor demora posible, pasando de nuevo inadvertido. Incluso mientras él caminaba así, se mantenía ocupado con Japa mental o variedades de Pranayama.

Dejando su Bhiksha (comida) en su kutir, Swamiji salía entonces para distribuir comida especial para los sadhus de Lakshmanjhula. Tras este servicio se volvía a su kutir y tomaba su comida.

Por las tardes, Swamiji a veces cruzaba el río para ir en bote al Rama Ashram biblioteca (durante la estación de las lluvias cuando el río crecía y los barcos dejaban de navegar, se veía obligado a ir por el camino largo, por el puente de Lakshmanjhula). Sentado allí escudriñaba los libros y tomaba notas. Siempre llevaba un diccionario consigo para averiguar el significado de las palabras difíciles. De los muchos libros que leyó, sus favoritos eran los Upanishads, el Vivekachudamani, el Bhagavad Gita, el Bhagavata, el Yoga Vashistia y el Adhuta Gita. El Vedanta era su delicia. Swamiji dedicaba tiempo cada día para escribir sus pensamientos, ideas y experiencias, pero ya que casi todo el poco dinero que tenía lo gastaba en las personas enfermas, esto le colocaba en algunas dificultades.

Como necesitaba papel para escribir se veía en necesidad de buscar entre montones viejos de hojas desechadas y sobres usados. Había veces que Swamiji no encontraba tinta para escribir. Incluso cuando tenía papel y tinta a veces tenía que renunciar a escribir después de la puesta de sol por carecer de luz... o no había aceite en la lámpara o no había cerillas para encenderla.

Una vez, un devoto dio a Sivananda 5 rupias y le rogó que las usara para comprar leche para que pudiera alimentarse. Pero él tenía otros planes: sintió que el dinero era un regalo directo del mismísimo Dios. Sus anotaciones estaban esperando y Sivananda por fin usó el dinero para hacer imprimir su primer panfleto. Su nombre fue  Brama Vidya. Fue inmediatamente distribuido a todos los que vinieron a él. El panfleto gustó tanto a los lectores, que apremiaron a Swamiji para que expusiera más de sus ideas y  voluntariamente ellos la imprimirían. Esto llevó a un segundo folleto: La Metafísica del Interior del Hombre, y a un tercero y a un cuarto....

Al principio Swamiji no conocía a ningún editor, pero tenía una forma especial de hacer que sus primeros artículos fueran publicados: cuando había escrito un artículo inspirador en su libreta casera, lo mandaba al  Postmaster Hadras (o a Lucknow o a Calcuta) con una nota en el envoltorio diciendo: “Éstos son los pensamientos que se me ocurrieron ayer. Pienso que son inspiradores, así que por favor imprima o haga imprimir un pequeño folleto. Puede distribuirlos. Imprima tantos como quiera, pero, por favor, envíeme 100 copias.”

Un jefe de Correos le envió las 100 copias con una nota: “¡Admiro su confianza!” Cuando Sivananda se hizo más ampliamente conocido, los editores lo buscaban.

Los días en que había demasiados visitantes se volvían una amenaza para su rutina espiritual; Sivananda desaparecía en los salidizos rocosos, a lo largo del Ganges y en los bosques espesos, en las pendientes de las colinas de Manikoot. Uno de sus lugares favoritos era una roca casi en medio del arroyo, donde la corriente era fuerte. Muchas mañanas iba allí para su meditación. Solía esconderse en un hueco que formaba un corte angular de la roca y después del atardecer volvía a ocultarse en su Kutir.

Las meditaciones de Sivananda se volvieron muy intensas. Gradualmente incrementó el tiempo empleado en su meditación diaria y, en un momento dado, empezó a meditar durante ocho horas al día... y después, cuando llegó el invierno, durante doce y dieciséis horas.

Durante algún tiempo dejó sus estudios y su servicio médico y se dedicó únicamente a la pura meditación. En meditación agitó su propia alma. La verdad empezó a manifestarse.

La visita diaria al Kshetra interrumpía su práctica meditativa, por lo tanto acordó con las autoridades que le dejaran llevarse de una vez,  la ración de Rotis cocinados para cuatro o cinco días. Cada día, a la hora de la comida, pulverizaba los Rotis rancios y secos con las aguas del Ganges, comía la pasta y volvía a su meditación.

No había ni un solo momento de holgazanería en la vida de Swamiji. El tiempo era valioso. Ni un solo momento era para ser despilfarrado. Se adhería a una rutina definida durante el día. Esta práctica la recomendaba a toda la gente, para mantener la serenidad y eliminar todo desenfoque y distracción.

Muchos de los que tomaban contacto personal con Swamiji, se inspiraban en su ejemplo y  tomaban la actitud de usar cada momento provechosamente. No hay duda de que esto cambiaba sus vidas para mejor. Asiduamente cultivado, este camino forja resultados sorprendentes. Swamiji debió cultivar la misma tacañería celosa en relación al tiempo como la mostrada por un individuo vigilante que exclama: “¡Ay! Acabo de perder una hora de oro junto con sesenta diamantes”. Este gran énfasis que Swami Sivananda hacía recaer en la conservación y el uso productivo del tiempo dio como resultado el uso del Diario Espiritual. Éste actuará como un efectivo “cerebro” para mantener la guardia sobre el evasivo factor “tiempo” para mantenerlo apartado de los ladrones: holgazanería, desenfoque y postergación (dejar para mañana). Refiriéndose a los incalculables beneficios de mantener un diario, Swamiji manifestó: “no hay mejor amigo ni fiel compañero o Gurú que tu diario. Éste te enseñará el valor del tiempo y serás capaz de saber cuánto tiempo empleas en valiosos propósitos. Si mantienes cada día un diario como es debido, sin ninguna falta, en ninguno de los asuntos del mismo, no desearás desperdiciar ni un simple minuto. Sólo entonces comprenderás el valor del tiempo y cómo éste se desvanece”.

En su valioso trabajo Caminos Seguros Para El Éxito En La Vida, Swamiji escribe: “el tiempo es verdaderamente lo  más precioso. No puede volver. Rueda hacia delante con tremenda velocidad. Cuando suene la campana recuerda que estás aproximándote a la muerte. Cuando el reloj haga tic tac con las manecillas a la hora en punto, ten en mente que una hora es cercenada del tramo de tu vida. La vida es corta y el tiempo, fugaz. Levántate, despierta, realiza el Ser”. Éstas son máximas breves que swamiji nunca dejó de presentar a aquéllos que buscaban su orientación. A uno que hablaba de “ver al dorso de una nueva hoja” refiriéndose a algunos datos de un futuro cercano, Swamiji exclamó animosamente: “no digas eso. El mañana es para los locos, nunca llega. Días, meses, años e incluso la vida misma morirán. Esfuérzate desde este mismo momento. Desde este mismo segundo.”

 

 

SEVA YATRA

 

El 9 de septiembre de 1950, Swami Sivananda partió con un grupo de discípulos a hacer un tour de dos meses por la India y Sri Lanka para llevar nuevas esperanzas  a las vidas de millones de personas.

El tour fue un Seva Yatra, un tour de servicio, para diseminar conocimiento espiritual, para esparcir la gloria del nombre del Señor, para despertar a las masas del sueño de la ignorancia y enseñar a las jóvenes generaciones los métodos para mantener una media alta de salud a través de la práctica de Asanas, Pranayama y Kriyas de yoga. Swamiji quería tener contacto personal con los estudiantes con los cuales había estado manteniendo correspondencia durante años y estaban sedientos de su Darshan.

Él disfrutó cada momento de los 61 días. En sus propias palabras: “Él derramó una y otra vez en el océano de las multitudes, la devoción al Señor”. Se alegró de corazón de que el Omnipotente le diera una oportunidad para servirle a Él y a sus hijos al emprender el tour.

Sólo un día antes de que empezara desde Rishikesh, Sivananda entró en sus sesenta y cuatroavo año, pero él se sentía como si tuviera la mitad de su edad. Tenía mucho entusiasmo por vivir. Valoraba la vida grandemente, como una oportunidad corta para servir al Señor.

Durante el tour, Swamiji viajó ocho mil millas en tren, avión y barco de vapor, carro de caballos y carreta tirada por terneros. Habló en conferencias públicas y de prensa, en emisiones de radio, ofreció adoración en Tirthas Sagradas (sitios de peregrinaje) y él mismo recibió adoración y condujo satsangas en las casas de los devotos. A todos los sitios donde fue, llevó con él literatura espiritual para su distribución gratuita.

En casi todas las estaciones de ferrocarril, en su ruta, cientos de personas iban a obtener su Darshan y en todos los sitios donde el tren se detenía, conducía el Kirtan en el andén de la estación. Incluso cuando el tren entraba en la estación, los altavoces instalados en los coches de turismo llenaban el lugar con sus grabaciones del Kirtan y atraían a una multitud. Folletos y panfletos eran distribuidos.

Swamiji era alegremente saludado por grandes multitudes y, a menudo el andén mismo se convertía en una sala de Satsanga. Él procedía inmediatamente a dar la bienvenida con consejos espirituales y cantaba sus “Cantos de Instrucción”:

Radhe Govinda Bhadjo Radhe Govinda

Radhe Govinda Bhadjo  Radhe  Govinda

Hari bolo, bolo, bhai Radhe Govinda

Hare Krishna Hare Ram Radhe Govinda

Levántate a las 4 a.m. Brahmamuhurta

Levántate a las 4 a.m. Japo Ram Ram

Levántate a las 4 a.m. haz Brahma Vichar

Levántate a las 4 a.m. y pregúntate “¿quién soy yo?”

Levántate a las 4 a.m. y practica Yogabhyas

Observa Mauna diariamente dos horas

Ayuna en Ekadasi, toma leche y frutas

Estudia a diario un capítulo del Gita

Haz caridad regularmente, una décima parte de tus ingresos

Confía en ti mismo

Renuncia a tener sirvientes

Haz Kirtan por la noche

Toma Satsanga

Di la verdad a toda costa

Preserva Veerya Satyam Vada, Dharman Chara,

Observa Brahmacharya, Ahimsa Paramo Drama

Ama a cada uno y a todos

Nunca dañes los sentimientos de otros, sé amable con todos

Controla la ira, desarrolla el amor divino

Mantén cada día un diario espiritual, evolucionarás rápidamente

 

HARE KRISHNA HARE RAM RADHE GOVINDA...

 

            *          *          *          *          *          *

 

La audiencia repetía este canto con entusiasmo. Entonces él decía: “este canto no es sólo para repetirlo, debéis practicar las instrucciones. Sólo entonces obtendréis los beneficios”. En su verdadero primer discurso en Westernised Sri Lanka, Swamiji trajo una nueva nota a su discurso: “admiras la pequeña lámpara eléctrica en tu mesa... ¿tienes que aprender a admirar al sol que vierte luz por todo el universo?

Admiras un frasco de perfume francés... ¿tienes que aprender a admirar las esencias de rosa y jazmín?

Admiras las pinturas de artistas y los pequeños juguetes hechos por artesanos... ¿Has pensado alguna vez en la maravillosa creación del Señor, esta tierra misma, que es sólo una infinitesimal parte de su creación?

Glorificas al pequeño hombre que cava una piscina... ¿Puedes glorificar lo bastante al Señor por su creación de océanos, lagos y ríos?

Deificas al escultor que talla algunas figuras en las piedras, deificas al científico por su conocimiento superficial del mecanismo interior humano... piensa en la exquisita creación de Dios: el ser humano. ¿Pueden todos los científicos del mundo crear a un Hombre?

La inteligencia con la que los científicos han inventado tantas cosas es en sí misma, una chispa de lo Divino. El hombre es una gota en el océano del conocimiento. Su ego es un punto en la limitada Verdad de la Existencia...”.

Donde quiera que fue, Sivananda puso el acento en la unidad esencial de las religiones. En una pausa, en el tour, empezó a sufrir la fiebre del heno. El programa siguiente estaba a punto de ser abandonado, pero Swamiji insistía “Debemos continuar, empecemos inmediatamente”. Cuando alcanzaron el destino, la fiebre de Swamiji se desvaneció. El Maestro ofreció una explicación: “era la ferviente ansiedad de esos miles de devotos esperándome la que se manifestó a sí misma en mí como fiebre. Ahora que estoy cerca de ellos comparto su alegría y la fiebre ha desaparecido”;

 

 

DISEMINACIÓN DEL CONOCIMIENTO

 

El hábito de dar estaba arraigado en él. Cuando Sivananda avanzó en sus prácticas espirituales y cavó la mina del conocimiento  espiritual en los más y más profundos fondos, compartió la riqueza de su experiencia espiritual con otros, a través de la conversación, lecturas, cartas, folletos y artículos en periódicos. Los peregrinos que conocían a Swamiji, empezaban a escribirse con él cuando ellos volvían a casa. Otros que leían sus folletos, le escribían también. Sivananda respondía a todas las cartas y daba consejo espiritual.

Swami Sivananda consideraba que el regalo más grande era el regalo del conocimiento. Por esto, Swamiji sentía que los documentos impresos eran más importantes que los discursos. Lo que era oído podía ser olvidado en un día, pero el conocimiento grabado sería un beneficio duradero.

Todo el mundo que escribía una carta a Swamiji o le enviaba el más pequeño donativo, recibía algún folleto o panfleto. Siempre que Sivananda salía de tour, hacía de éste una oportunidad para hacer imprimir literatura espiritual de distribución gratuita.

Pero Swamiji no estaba del todo contento con su método de distribución de folletos. Con el crecimiento de la Sociedad, sintió que algo debería ser enviado regularmente por correo a las personas que con él se escribían. En septiembre de 1938 nació “The Divine Life” la revista mensual de la Divine Life Society (Sociedad de la Vida Divina). Entonces, en 1939, Sivananda publicó su primer libro Practice of Yoga (Práctica del Yoga), volumen I. Fue impreso en Madras. Durante más de dos décadas, Swamiji tuvo que hacer imprimir sus libros en imprentas externas. Incluso después de que la imprenta del Ashram hubiera empezado a funcionar, al principio no podía hacer frente a toda la producción de trabajos que él quería llevar  a cabo.

Swamiji le daba tanta importancia a su trabajo de diseminación del conocimiento espiritual que, incluso cuando había una crisis financiera en el Ashram, él rechazaba disminuir el ritmo de trabajo de las publicaciones. Estaba dispuesto a cerrar la cocina, pero no la imprenta: “nosotros podemos ir al Kshetra y vivir sólo de nuestra alma –diría él- pero el Jnana Yajnana debe seguir”.

La velocidad con que Sivananda escribía libros era algo insólito. Generalmente trabajaba sobre tres o cuatro volúmenes de una vez. Entre su primera publicación en  1939 y su Mahasamadhi en 1963, escribió alrededor de 300 libros. Entre ellos, comentarios al Bhagavad Gita, a los principales Upanishads, a los Brama Sutras, los Yoga Sutras y los Bhakti Sutras, los Yoga Sutras de Patanjali, los Sandilya Bhakti Sutras y los Bhakti Sutras de Narada; veintenas de libros sobre la práctica del yoga y Vedanta y muchos volúmenes sobre salud y vigor.

Al ser preguntado sobre cómo encontraba tiempo para escribir tanto con su apretada rutina diaria, Swamiji dijo a un discípulo: “debes adjudicarle una hora a cada asunto cada día o cada dos días, entonces, en seis meses , te sorprenderás del progreso que has hechos en esos trabajos.

Primero debe haber un sistema y un método instalado en tu mente. Entonces la acción sucede suavemente.”

Swamiji tenía una pluma extremadamente fácil. Sin esfuerzo las frases se convertían en párrafos, los párrafos se volvían panfletos y los panfletos, libros.

A veces los trabajadores del Ashram demoraban la devolución de los cuadernos manuscritos confiados a ellos para pasarlos a máquina.

Swamiji tenía que usar más y más cuadernos. Guardaba algunos en la habitación de escribir y algunos en la oficina, de manera que en cualquier momento tuviera la posibilidad de escribir. Guardaba muchos bolígrafos preparados y un par de anteojos, en la sala de escribir y otro en el almiar y un tercero en la oficina. Ningún tiempo debía ser perdido en la búsqueda de ellos, el trabajo era de suprema importancia. Guardaba también muchas linternas, una cerca de la cama, otra cerca del escritorio, otra cerca de la tranquila silla en la que descansaba. Incluso en plena noche, si un buen pensamiento venía, debía ser enseguida anotado. No debía perderse para el mundo.

Algunas veces, Swamiji mismo mecanografiaba. El libro completo Sure Ways For Success In Life And God Realisation (Caminos seguros para el éxito en la vida y en la realización de Dios) fue mecanografiado directamente por él con una máquina sin giro automático. Para Sivananda, los momentos de inspiración no eran interrumpidos con momentos de depresión. Todo era una cadena de momentos inspirados para él. Su conocimiento manaba dentro de sí. Su dificultad era que no encontraba tiempo para expresar todos sus pensamientos. Una vez dijo a un estudiante:” No puedo parar de escribir. Escribiré hasta que me quede ciego. Si me quedo ciego, dictaré y alguien escribirá por mí. Así continuaré mi misión del conocimiento espiritual hasta el final de mi vida.”

Sivananda no buscaba la perfección gramatical ni el tipo literario. Su preocupación principal era diseminar el máximo conocimiento espiritual en el menor tiempo posible: “Yo creo en el bien espiritual máximo para el público en un corto espacio de tiempo”, escribió el Maestro en una carta a uno de sus discípulos.

Sivananda escribía para servir. La pluma era su lanza y la usaba amorosamente. No criticaba, sólo halagaba. Escribía con profundidad espiritual y persuasión intelectual. No condenaba la mente científica o de la Era del Espacio, pero interpretaba a Patanjali Maharshi y a Vagaban Krishna en el espíritu la “Era de la Ciencia” (Age of Science).

Él usaba cada forma de expresión literaria para transmitir su punto de vista al lector, Poesía y drama,  epístola y ensayo, historia y parábola, aforismo y lectura, todos los medios eran empleados por él para esparcir conocimiento de la Vida Divina (Divine Life).

El estilo de Swamiji era aforístico y su lenguaje simple. Sus escritos eran lúcidos, centelleantes y puros como el arroyo de una montaña que brota desde una poderosa roca con toda su fuerza.

Al aspirante espiritual más diligente que preguntaba “¿Qué debería hacer yo ahora? Cuando me levante mañana por la mañana, ¿qué quieres que haga realmente?”, para tal Sadhaka (aspirante), los libros de Sivananda eran como un manantial que cae del cielo. Éstos eran 100% práctica.

 

 

PREPARACIÓN DE LOS DISCÍPULOS

 

“Para ser un gurú debes tener un mandato de Dios”, dice Swami Sivananda en su Voice of the Himalayas . ¿Tenía entonces él un mandato de Dios? A juzgar por el sacrificio supremo que él hizo viviendo al margen de las comodidades del mundo, una vida de servicio y renunciación, parece ser así. En uno de sus poemas el Maestro da una clara insinuación de que él había recibido la  orden de Dios:

“ Yo escuché una voz desde el Interior: `Siva, despierta y  llena la copa de tu vida con este néctar. Compártela con todos. Yo te daré fuerza, energía, poder y sabiduría" . Obedecí su orden. Llenó la copa y yo la compartí con todos.”

Como Maestro, Sivananda disfrutaba de la clara ventaja de saber muy bien su materia. Era un maestro del pasado en la Ciencia del Ser, un adepto a las técnicas espirituales que enseñaba a sus estudiantes. Estaba movido por un sentimiento de compromiso hacia la tarea que Dios le había confiado. Esta involucración personal le hizo tomar un cuidado casi paternal de sus discípulos.

Cuando un estudiante faltaba a clase, Sivananda le regañaba : “Con todos los impedimentos físicos que ya tengo, me levanto a las 3 de la mañana, termino mi trabajo  de la mañana y permanezco esperando hasta que suene la campana, tan pronto como oigo la campana, corro al Bhajan  Hal . A veces me mareo mientras camino, así que llevo un bastón aunque no lo use” . La suave admonición tenía el efecto deseado y el estudiante empezaba a ser más regular.

Swamiji nunca decía “yo soy tu Gurú”, ocasionalmente acostumbraba a decir “tú eres mi discípulo” o “él es mi discípulo” y a sus primeros discípulos él escribió: “Yo te he aceptado como mi amado discípulo, te serviré y guiaré”. Cuando él decía “ te he aceptado como mi amado discípulo”, el discípulo sentía que tenía una vinculación con Swamiji y podía escribirle más libremente. Eso es lo que Swamiji quería. La relación gurú/discípulo era para los discípulos, no para él.

Sivananda inspiraba así a sus estudiantes, por la fuerza de su propio ejemplo personal. Su vida fue un libro abierto, todos lo podían ver, humilde, simple, sirviendo, rezando, cantando Kirtan, bañándose en el Ganges, postrándose ante todo el mundo, recordando a Dios siempre, contento todo el tiempo, no dando importancia a los sucesos mundanos y viviendo en el espíritu del Mahavakya “Tat Tvam Así” (“tú eres eso”), una de las grandes frases del Vedanta. Sus estudiantes aprendieron muchas cosas solamente mediante la observación de su maestro.

A menudo él decía a la gente: “No conozco el descanso. Estoy siempre alerta y ocupado. Debes intentar mirar la vida de esta manera, como un eterno estudiante. Estate siempre en la búsqueda para aprender algo nuevo cada día, incluso cada hora. Sé como yo, un explorador intelectual. Puedes aprender algo de cada uno. Todo en este Universo tiene alguna lección que dar a alguien que sea receptivo. No pases por ninguna experiencia ligeramente, sino que busca instrucción e inspiración en ella. Extrae algo de cada cosa y atesóralo en tu mente.”

Swamiji a menudo manifestaba que no hay atajo alguno corto o milagroso o fórmula mágica para la concentración. Ésta viene naturalmente a la persona que practica  para hacer incluso la más pequeña acción con atención e interés. Ejecutar pequeñas tareas de manera desaliñada y sin cuidado, vuelve  la mente  débil y hace que pierda toda perspicacia y capacidad para la concentración. Nunca profería ninguna palabra en un tono indicativo de ira, ni siquiera de molestia. Si una situación requería una palabra dura, de lo máximo que era capaz entonces era de una reprimenda seguida a continuación de una broma agradable, como confitura administrada justo encima de una dosis de medicina. Después estaba el método de dar ánimos. Si Swamiji encontraba a una persona haciendo serios esfuerzos por mejorar, enseguida le prestaba atención, la animaba y le daba fuerzas para sobrellevar la batalla interior con mayor vigor. Su método tenía el poder de elevar a los aspirantes espirituales que se esforzaban.

Algunas veces, Swamiji sorprendía a sus discípulos , en sus desvelos espirituales, en plena realización de locuras o travesuras. Había un método que el compasivo Maestro usaba, pero sólo en contadas ocasiones, para reconducir la mente del aspirante al camino correcto.  Durante este período, o cuando Swamiji parecía indiferente hacia un discípulo, se dejaba al Sadhaka en un “horno mental” (mental furnace) . Pero una vez pasado este período , emergía purificado.

Había un Swami en el Ashram que era un fumador empedernido. Un día no tenía cigarrillo y ¡su cerebro no funcionaba!. Swamiji se dio cuenta de esto y enseguida dio dinero a otro Ashramita para comprar un paquete de cigarrillos. Una vez comprado el paquete, dio instrucciones para que el paquete de tabaco fuese puesto bajo la almohada del Swami fumador en su ausencia. Algunos sentían que Sivananda estaba animando a este Swami, en contra de sus propios principios. Pero cuando el hombre llegó a saber cómo Swamiji se había salido de su camino para calmar sus ansias, se sintió avergonzado y automáticamente renunció al tabaco. Obviamente Swamiji no era ignorante de la gran y urgente necesidad que supone para un aspirante espiritual el hecho de su autocontrol y la práctica de éste.

El método más fascinante que Swamiji empleaba era trabajar en el plano mental del Sadhaka. Llegaba un momento en que el discípulo empezaba a sentir que el gurú estaba manejando activamente sus verdaderos pensamientos, conduciéndolo paso por paso. Ésta era la fase más importante en la evolución espiritual del Sadhaka. La mayoría de los discípulos sometían su mente al gurú y esto hacía que el Maestro operase en ellos más activamente. Éste era el método más sutil por el que Swami Sivananda influenciaba a sus discípulos.

Con algunos métodos de Swamiji operando en ellos, las experiencias de los discípulos eran a veces dulces, a veces amargas, a veces cargadas de felicidad, a veces enloquecedoras, a veces sorprendentes, a veces emocionantes. Pero el discípulo era  sabía que lo que el Maestro hacía era, en última estancia, por su bien. El primer Informe Anual dela Sociedad de la Confianza en la Vida Divina (Divine Life Trust Society) nos deja ver una interesante reseña de los caminos por los que los buscadores-residentes eran preparados  o instruidos por el propio Swamiji: “Siete aspirantes espirituales que han renunciado al mundo y están pisando el camino del Nivritti Marga (renunciación) fueron admitidos en el año 1936. Un principiante es preparado en todas las ramas del Yoga bajo la guía directa de Swami Sivananda. He aquí un gran camino  para los aspirantes para purificar su corazón, a través del servicio a muchos Sadhus y Sannyasins, personas enfermas y otros. Éste es un campo maravilloso para desarrollar misericordia, amor cósmico, adaptabilidad , Atma- Bhava y otras virtudes varias. La gente joven debería combinar el servicio  y la meditación. Un conocimiento práctico de servicio público desinteresado en todas las ramas, es una cualificación esencial para todos los aspirantes. Algunas veces uno puede tener que hacer de comer, lavar y otros trabajos cuando vive solo, en retiro. Los aspirantes que vienen a Swamiji para practicar Kundalini Yoga y despertar la Kundalini se quedan aturdidos cuando se les coloca a servir a enfermos y a personas de edad avanzada. Ellos ponen caras torcidas al principio, pero más tarde se dan cuenta de la importancia del servicio.

Cuando el corazón está purificado por los métodos indicados, la Kundalini despierta.”

Los practicantes aprendían y practicaban asanas, pranayama, mudras y bandas, concentración y meditación. Sri Swamiji aclara sus dudas y explica los puntos complicados del Yoga y la Filosofía Vedanta. Da la esencia en unas pocas frases:

“Sri Swamiji preparaba a los aspirantes de acuerdo a su temperamento, capacidad y gusto. Él no administraba la misma medicina a todos como algunos hacen. Un estudiante de Vedanta tomaba lecciones de Vedanta; un estudiante de Raja Yoga, tomaba lecciones de Raja Yoga; un estudiante de Bhakta era preparado en el camino de la devoción. A aquellos que estaban avanzados en meditación, no se les asignaba ninguna clase de trabajo, sino que se sumergían solamente en meditación profunda. Todos los aspirantes eran preparados en primeros auxilios, cuidado de personas enfermas, preparado de medicinas, mezcla de sustancias, etc .  La meditación común se realizaba en los locales del Rama Ashram a las 4 de la mañana. Cortas lecturas del Gita y de los Upanishads y Sadhana práctico y meditación eran impartidas al final por Sri Swamiji. Las personas del exterior también se unían a esto.”

Sivananda daba Sannyasa generosamente. En la historia religiosa de India, ningún otro santo volvió nunca a tantas personas monjes. Swamiji daba Sannyasa a hombres y mujeres. Él daba el vestido ocre a personas de edad avanzada, a las que quedaban pocos años de vida y a adolescentes a punto de iniciar su edad adulta. Daba Sannyasa a hindúes y a extranjeros. Daba Sannyasa en persona y por correo. A algunos que tenían responsabilidades mundanas todavía por realizar, les daba Sannyasa mental. Sivananda coloreaba sus mentes. Él les decías que vivieran en el mundo, pero que no fueran de él . Swamiji quería “¡Jóvenes ardientes, valientes, desapasionados y sabios, con voluntad de hierro y cuerpo y nervios de hierro-hormigón que pudiesen pulverizar los Himalayas y sorber las aguas del océano, que pudieran devorar la muerte como el adobo y nadar cruzando el Pacífico, que pudiesen arrancar el Monte Everest y que pudieran tragar un saco de fuego! Gloria a los jóvenes Sannyasins que se han atrevido a desafiar las tentaciones mundanas y abrazar el Sannyasa...”

Algunas veces sucedía que una persona que había sido iniciada por Swamiji se desviaba del camino y se comportaba de forma que llevaba la desgracia a la Orden. Y otras veces, un Sannyasin tiraba su ropa Gerva y volvía al mundo y se casaba. La gente criticaba a Sivananda por iniciar a demasiados Sannyasins jóvenes. Una persona preguntó al Maestro:

-         ¿Estás seguro de que esos jóvenes iniciados han comprendido realmente los deberes de este Ashram y se han adherido a sus principios? – el hombre continuó citando ejemplos de Sannyasins descarriados. Sivananda rió amablemente:

-         ¿Por qué? Yo mismo puedo darte muchos ejemplos de este tipo – entonces Swamiji añadió seriamente- sin embargo ellos son dignos de tu veneración. Por al menos un día, ellos fueron Sannyasins, tuvieron el coraje de levantar sus manos y decir "yo renuncio a los placeres de los tres mundos". Ellos tuvieron la valentía y se atrevieron a permanecer en pie en contra de las fuerzas de la Naturaleza, las fuerzas que mantienen este Samsara, las fuerzas de la autopreservación y la procreación. Ellos estuvieron aquí como los maestros de la Naturaleza... porque un hombre decidiera dejar  la Orden Sannyasa no debes pensar que la Orden es inadecuada para los jóvenes. En realidad notarás que la mayoría de los Sannyasins dignos de atención, renunciaron al mundo desde su juventud, ¿qué puede lograr un hombre viejo? Es un Sannyasin de broma si abraza la Orden Divina.”

A visitantes casuales, Sivananda a menudo daba instrucciones espirituales en forma de pildorazo. Este consejo era raramente olvidado. Por ejemplo, si el visitante era un ingeniero, Swamiji le aconsejaba construir el Puente de la Inmortalidad; si era un interventor, que interviniera su propio Antahkarana y que hiciera un inventario de los Vrittis y Vasanas (deseos sutiles); si era un doctor, que hiciera la ego-dectomía, operando sobre su ego. Sivananda le pedía al hombre de negocios que hiciera negocios con Dios; al oficial militar, que luchara la “Batalla Interna”. Pedía a las madres que dieran a sus hijos Aceite de Hígado de Dios; y si veía perplejidad en sus caras, se apresuraba a explicar, “Sri Ram, Sri Ram…, Sri Ram es Aceite del Hígado de Dios”. Swamiji no trataba a toda la gente igual; no daba la misma píldora a todos sus pacientes.

 

LA PERSONALIDAD DE SIVANANDA

 

Swami Sivananda era alrededor de seis pies de alto, con un cutis brillante encarnado cobrizo. Tenía hombros anchos y largos brazos. Su cara y cabeza estaban limpiamente afeitadas. Su semblante era como un niño. No había engaño ni irritabilidad en él. Sus ojos centelleaban.

Con la sencillez de un monje, Sivananda parecía un monarca. Era un retrato de serenidad y juventud. Sivananda tenía una vibrante y poderosa voz. En los mítines o encuentros, a menudo, empujaba suavemente el micrófono a un lado, diciendo “No necesito esto”. Su estentórea voz podía llegar a una audiencia de miles de personas sin necesidad de amplificación.

Sus pasos no hacían ruido al andar. Había elegancia en cada movimiento. Cuando hablaba, el fluir de su lenguaje era firme y natural y, sin embargo, durante su ausencia los interlocutores cometían claros errores al hablar y se les trababa la lengua. Su apariencia era completamente sencilla…, ni marcas de colores en la frente, ni mechones desordenados de barba creciendo, ni rosarios alrededor de su cuello, ni abalorios, ni pendientes…, sólo la ropa necesaria para proteger a su persona del clima y asegurar la decencia en sociedad.

Así pues, sucedió que un día de 1956, una señora anciana caminaba hacia la oficina del Ashram para tomar Darshan de “Swamiji”. Sivananda la saludó con un Om y juntó las palmas de las manos, mostrándole un asiento, le hizo amables preguntas a cerca de su salud y su Yatra (peregrinaje). Cuando él reanudó sus tareas, la señora salió tranquilamente de la oficina. Cerca del dispensario, preguntó a un Ashramita, “¿Dónde está Swamiji? ¿Dónde puedo verlo?”: “Swamiji está en la oficina. ¿No viene usted de allí?”, dijo el Ashramita, visiblemente divertido. “¿Ese hombre del abrigo y anteojos que está sentado allí? ¿Ese es Swamiji? ¡Yo pensaba que era el director del Ashram!” Con lágrimas en los ojos, la anciana mujer volvió y se postró en los pies del Maestro.

El Maestro nunca se amaneró ni se subió por los aires. Él hablaba a todos y se refería a todos en términos respetuosos. Swamiji siempre intentaba saludar a las personas en la lengua nativa de éstas. Estaba siempre ansioso por agradar a la gente y procurar que se sintieran lo más cómodos posible. Así pues, además de Tamil, inglés, Hindi y malayo, idiomas que conocía bien, se aprendía palabras de saludo, proverbios, poemas y canciones en otros idiomas, lo que le suponía una ventaja en sus relaciones con la gente.

Era un hábito del Maestro llevar tres bolsos a donde quiera que iba. Uno contenía literatura espiritual, otro frutas y dulces, y el tercero medicinas y artículos de utilidad, como velas, cajas de cerillas, tijeras, hilo y agujas.

Otra forma de servicio que Swamiji recomendaba mucho era la oración. Orar no sólo para ti mismo e incluso para tu salvación, sino también como forma de servicio, de caridad. Esta última forma de oración, como forma de servicio y caridad, era más recomendada por Swamiji que el rezar por uno mismo. Así pues, era parte de su vida rezar (no sólo por la paz de todos en sentido general, sino también en sentido específico).

Swamiji siempre insistía a sus discípulos que rezaran por todos. En el Satsanga y en otros momentos, pedía a todos que rezaran por alguien que estaba enfermo, o por el alma de alguien que había muerto, o por alguien que fuese su cumpleaños ese día. Entonces, él mismo conducía el canto de los Nombres de Dios y concluía con dos minutos de meditación silenciosa y oración. Esta oración ha obrado milagros literalmente.

Swamiji tenía mucha fe en la curación a través de la oración y a través de la repetición del Nombre del Señor. Llamaba a esto Namapathy.

Desde los primeros días, otro servicio fue representado  en el Ashram. Swamiji tenía una gran fe en el Maha Mrityunjaya Mantra:

Om trayambakam yajamahe

Sugandhim pustívardhanam

Urbarukamiva bandhanam

Mrityor mukshiya mamritat

“Nosotros adoramos al Único de los Tres Ojos, con energía fragante, que aumenta la fuerza y prosperidad de los que le adoran; Puedo yo (o podemos nosotros) ser liberados de la muerte por causa de la inmortalidad, como un pepino es liberado de su tallo de cautiverio hacia la enredadera (para que vaya hacia la enredadera)”.

Este verso nos protege de toda clase de accidentes, otorga salud y larga vida y al final confiere la inmortalidad. Esta oración no se limita a los seres humanos. Un perro o un mono heridos invocarían invariablemente a través de él, el Maha Mrityunjaya Mantra. Incluso una lagartija muerta en el camino de Swamiji ganaría este Mantra para la paz de su alma. Para Swamiji todos los seres eran iguales y la Oración Universal también los incluía a todos.

La compasión de Sivananda no se limitaba a los seres en el plano terrestre. El 13 de enero de 1949 reunió a los Ashramitas con una sugerencia:

“Desde ahora, el primer día de cada mes será celebrado aquí como el Día de todas las Almas. Ofreceremos oraciones especiales para la paz de todas las almas que se han marchado”. Swamiji dijo: “Cuando rezamos por la salud, la felicidad y la paz de otros, nos convertimos en un canal para el fluir de la Gracia Divina. El agua que se encuentra en un estanque, se puede volver sucia en algún momento, pero el agua que fluye a través de una tubería nunca se vuelve sucia, porque está fluyendo todo el tiempo. Así que, si uno se vuelve un canal para el flujo de la Gracia Divina, el corazón de uno estará siempre puro y lleno con la Gracia Divina”.

Esta es la Oración Universal, bella y elevadora del alma, que él compuso:

¡Oh Adorable Señor de Misericordia y Amor¡

Salutaciones y Postraciones ante Ti.

Tú eres Omnipresente, Omnipotente y Omnisciente,

Tú eres Satchidananda (existencia-conciencia-dicha absoluta).

Tú eres el Morador Interior de todos los seres.

Concédenos un corazón comprensivo, visión equitativa, Mente equilibrada, fe, devoción y sabiduría.

Concédenos fuerza espiritual interior

Para resistir las tentaciones y controlar la mente.

Libéranos del egoísmo, la lujuria, la codicia, el odio, el enfado y los celos.

Llena nuestros corazones con virtudes divinas.

Déjanos contemplarte en todos los nombres y formas.

Déjanos servirte en todos los nombres y formas.

Déjanos recordarte siempre.

Déjanos cantar tus glorias.

Deja que tu Nombre esté siempre en nuestros labios.

Déjanos morar en ti por siempre jamás.

 

 

Sivananda era un hombre de desenfrenada y espontánea generosidad. De la misma manera que él se daba a los demás, también daba una gran cantidad de cosas: dinero, comida, ropas, libros, flores; cualquier ofrenda que los devotos le llevaran a él, encontraba su camino para otros. Swamiji obraba como un centro de recogida y redistribución. Él sabía lo que necesitaba cada uno y se aseguraba de que el regalo correcto llegara a manos de la persona correcta.

Una vez alguien dijo que en vez de Swami Sivananda, debería haberse llamado Swami Givananda (Give=dar)- el que disfruta dando. Él sabía que el suministro provenía de la Fuente y a la Fuente retornaba. Las consideraciones materiales contables no lo incomodaban en absoluto. Probó con su propia vida que en la generosidad no hay bancarrota. Acostumbraba a decir muy a menudo, “Dar nunca ha hecho pobre a una persona”.

El Maestro a menudo compraba frutas, cacahuetes y helados a los vendedores callejeros. El peregrino que perdía su monedero, el convicto que acababa de ser liberado de prisión, el Sadhu sin blanca en necesidad de una manta, el pobre estudiante que quiere dinero para sus tasas de la escuela- todos ellos encontraban una presta ayuda en Swamiji. Y el Maestro daba sin preocuparse del recipiente. Lo que importaba más que el dinero era el corazón. Sivananda tenía un gran corazón.

El Maestro creía en una vida de austeridades y aguante. Cuando estaba de gira, tan pronto como bajaba del tren, inmediatamente, sin esperar un refrigerio y sin dar oportunidad a sus devotos de ayudarle, Swamiji cargaba con su ropa de cama o su baúl en su propia cabeza y salía de la estación. “Haz las cosas por ti mismo”, diría él. “Sé humilde. No te hinches con el orgullo de la cualidad de Guru”. A menudo decía a los estudiantes su fórmula para la realización, que él llamaba “SB40” (Shoe Beating 40= pegarse 40 veces con el zapato). “Cuando la gente me glorifica, especialmente en mis cumpleaños, yo vuelvo a mi Kutir y me golpeo con un zapato. Mientras lo hago me digo a mí mismo, “¿Qué eres tú?, ¿eres un cuerpo miserable hecho de carne, huesos, sangre y excrementos?, ¿quieres guirnaldas?, ¿no soportas llevar ropa vieja?, ¿piensas que eres grande?, ¿quieres que se postres ante ti? Aquí tienes esas guirnaldas””.

La experiencia era el más grande Guru de Sivananda. De cada experiencia que él pasaba y veía a otros pasar por ella, Swamiji sacaba una lección.

La renunciación era la clave de la personalidad del Maestro. Para Swamiji, renunciación significaba renuncia al ego, al “yo” y al “mío”. Esto significaba renunciar al apego. La verdadera renuncia pertenecía a la mente.

Su sentido de la renunciación no incluía ninguna tortura del cuerpo. Por el contrario, Swamiji se esforzaba por mantener su cuerpo siempre saludable, de manera que pudiera ser puesto a disposición eficiente al servicio de los hijos de Dios. En los primeros años de su misión, Sivananda solía ir a dar un largo paseo por las tardes. En los meses de invierno, solía jugar al Badminton en el Ashram. Cuando el trabajo aumentaba, no lograba encontrar suficiente tiempo para esto, así que llevaba una raqueta de tenis y una pelota y jugaba contra una pared durante algunos minutos, cada vez que sentía que necesitaba relajarse. Después de unos pocos minutos, Swamiji estaba otra vez preparado para otro periodo de trabajo. Cuando se volvió viejo, el Maestro hacía unos ejercicios simples en su cama. Él nunca olvidaba sus Asanas y Pranayama. Estas cosas mantenían su cuerpo apto para el trabajo.

Hablando con un visitante del Ashram un día, Swamiji le enseñó sus muchas libretas, bolígrafos, relojes. “La gente piensa que un Sannyasin no debería tener esto o usar aquello,” dijo él, “pero yo no pienso así. El servicio es la clave. Trabajar, trabajar y trabajar por el bienestar de la humanidad. Mantén los instrumentos- el cuerpo y la mente- en condiciones saludables y aptas para el trabajo. Yo soy un Sannyasin diferente. Me gusta servir. La gente se imagina que un Sannyasin debe estar siempre serio y sentarse así (aquí Swamiji cerró sus ojos y se sentó muy derecho) y de esta manera darles la impresión de que es un Jivanmukta (alma liberada). Pero yo soy de un tipo diferente. El trabajo debe ser tu meditación. Éste es mi método”. En relación al trabajo, Sivananda se guiaba por ciertos principios. El primero era D.I.N. (Do It Now= hazlo ahora). Cuando a Sivananda se le ocurría hacer unas cosa, la hacía inmediatamente.

Swamiji era el más granda y quizás el único ejemplo reciente de Vibhuti Yoga (el Yoga relacionado con las Glorias y Manifestaciones del Señor),  como se describe en el décimo capítulo del Bhagavad Gira. Aquéllos que escuchaban sus inspiradoras conferencias no podían evitar darse cuenta de cómo él hacía recaer el mayor énfasis en esta práctica. La exaltaba, poniéndola al mismo nivel que el Raja, Bakti, Karma y Jnana Yogas. Se trata de un Jnana-Bhakti Yoga dinámico. A la lista de los Vibhutis (glorias o manifestaciones) dados por el Señor Krishna en el Gita, Swamiji añadió unos pocos por su cuenta. Él cantaba la canción del Vibhuti Yoga:

Soham Soham Soham Soham

Om Om Om Om Om Om Om Om Om Om

Yo no soy ni cuerpo ni mente, Ser inmortal yo soy

Soy testigo de los tres estados,

Soy conocimiento absoluto,

Soy fragancia en el jazmín, belleza en las flores

Soy frío en el hielo, aroma en el café

Soy verde en la hoja, color en el arco iris

Soy sabor a flor evanescente el la lengua, esencia en la naranja.

Soy mente de todas las mentes, Prana de todos los Pranas

Soy Alma de todas las Almas, Ser de todos los seres

Soy Atman de todos los seres, niña de todos los ojos

Soy Sol de todos los soles, Luz de todas las luces.

Yo soy quien yo soy, yo soy quien yo soy

Yo soy quien yo soy, yo soy quien yo soy

 

 

Un filósofo americano, el Doctor Thompson, hizo a Sivananda una pregunta directa: “¿Has visto a Dios, Swamiji?”: “No veo otra cosa que a Dios”, respondió el Maestro, “en el alimento que como, en el agua que bebo, en la gente que saludo, en los animales que me encuentro- y en usted, Doctor Thompson, no veo otra cosa más que a Dios”.

A través de su constante ansiedad de servir a todos y de aliviar el sufrimiento de todos, Swamiji se ganó los corazones de todos. Se volvió espiritualmente uno con la totalidad de la Humanidad, constantemente irradiaba dicha, paz, vida y luz supremas. Con su sola presencia, por lo tanto, la gente disfrutaba de vibraciones curativas y emanaciones de luz que daban paz. El simple hecho de mirarlo elevaba, trasformaba y sublimaba todo encendiéndolo.

La Divinidad aguardaba alrededor de él; la oscuridad del ateísmo, la mundanidad y los elementos no divinos, se desvanecían de los corazones que eran penetrados por la luz de su gracia. La meditación había dado brillo a su semblante, poder a sus ojos y un irresistible magnetismo a toda su personalidad. Su aura era tal que la gente que se acercaba a él con cientos de quejas era silenciada y la enemistad huía en su presencia. Él demostró maravillosos milagros a través de sus divinas canciones elaboradas con el alma en días en los que la moda reinaba y la gente educada se avergonzaba de repetir el nombre de Dios.

Escuchar a Swamiji era el remedio que mucha gente necesitaba. Ellos empezaron a cantar el Nombre Divino. Swamiji era tal personificación de la suprema devoción al Señor de los Pies de Loto que cualquiera que tomara contacto con él recibía las olas de la devoción, aunque no quisiera.

El atraer a personas con bajas inclinaciones y cualificaciones a su amparo y transformar a todo el mundo en personas santas sin pasar por los rigores de las austeridades o la vida estricta del Sadhana, es un milagro del más alto orden. Sentarse en su simple Kutir, en las orillas del Ganges en un rincón de los Himalayas y derramar la luz de su divino conocimiento es el más grande milagro.

 

 

UNIVERSALIDAD DE ENSEÑANZAS

 

Swamiji reconoció que a través de la lengua inglesa él podía llegar al máximo número de personas en todo el mundo. El pensaba, hablaba, escribía y cantaba en inglés. (No solamente los occidentales se beneficiaban de esto, sino también el hindú moderno joven que había perdido contacto con su cultura y religión en su deseo de emular a la civilización occidental. Al leer los libros de Swamiji, ellos eran despertados a su propia herencia espiritual). Las mentes racionales interrogadoras de occidentales y de hindúes con orientación occidental eran ganadas por las enseñanzas de Swamiji, el cual adaptaba su enfoque al nivel exacto de cada persona con la que se encontraba.

Jesucristo era tan venerado en el Sivananda Ashram como Krishna. En navidad, los europeos eran invitados por Sivananda para escenificar el evento del nacimiento de Cristo. Otro método adoptado por Swamiji era la toma de las “Sadhana Weeks” (semanas de Sadhana). Durante las semanas de Pascua de Resurrección y de Navidad, reunía en el Ashram a ansiosos buscadores de Dios, que venían de todas partes del país, para llevar a cabo una preparación intensiva en variadas prácticas espirituales. Un elaborado programa de Sadhana, que incluía Japa, meditación, Likhita Japa (escritura de mantras), Asanas, observancia de Mauna (silencio) y servicio desinteresado. Eran realizadas lecturas, por el mismo swamiji y otros aspirantes avanzados, para dar una buena base teórica que mantuviera el espíritu creado por la larga semana de preparación. Los participantes volvían de Rishikesh infinitamente más enriquecidos espiritualmente, por haber ido y haber participado en ese Sadhana.

 

LOS ÚLTIMOS DÍAS

 

“Todos los que quieran Sannyasa deberán tomar la iniciación el próximo día Sivaratri”. Este pronunciamiento fue hecho por Swamiji una tarde de Satsanga, en los primeros días de 1963. En vista de sus crecientes y frecuentes referencias a su Mahasamadhi, muchos vieron esta invitación como un signo de su inminente “paso”- particularmente cuando añadió, “¿Quién sabe qué puede pasar el próximo Sivaratri?”

Swamiji, que siempre había estado gastando y dando, enseñando a sus discípulos del Ashram (y a los residentes del mismo) a confiar en Dios y a dar y dar y dar, de repente empezó a manifestar una actitud diferente. Empezó a llevar una programación económica- cosa desconocida en él- del Ashram de recorte de gastos y empezó a hablar de tener más cuidado de todo.

En los primeros días de mayo, Swamiji empezó una sesión rigurosa de grabaciones en casette. Cada mañana leía de sus libros e impresos, energética e inspiradoramente- su voz sonaba con autoridad y sinceridad- mientras un discípulo grababa. Hizo esto durante horas, sin reparar en el cansancio. Cada pocos días preguntaba “¿Cuánta materia he dado?” o, “¿Hasta dónde llegará esto?” Una vez durante estas sesiones dijo: “La vista se está volviendo difusa; toma ahora lo que quieras. El oído se está volviendo opaco; di los que quieras decir, ahora mismo. La lengua se está volviendo inarticulada; pregunta lo que quieras preguntar”.

“La felicidad viene cuando lo individual se funde en Dios”, esta fue la última frase que dictó. El profesor sin igual había resumido sus enseñanzas en esta única frase. Y él estaba listo para practicar lo que predicaba. Iba a fundirse en Dios, totalmente, en pocas semanas después de su frase.

El 12 de Julio una devota llamada Devaki Kutty dio a Swamiji un papel y un boli. El Maestro escribió: “Recuerda. Olvida”. El papel tenía más espacio para escribir, pero hizo un gesto como diciendo, “Con esto es suficiente”. Devolviéndoselo a la señora, dijo, “Recuerda que tú eres Devi…, y no Devaki Kutty”. Primero una porción de Upadesh escrita, después una explicación verbal de este Upadesh para asegurarle un entendimiento correcto. ¡Esta era la manera del Maestro de amontonar más amor sobre el amor!

En la tarde del 14 de Julio la fiebre le sobrevino. Durante algún tiempo tuvo dificultades para tragar incluso unos buches de agua. Sus discípulos quisieron darle agua de cebada, como era la práctica usual, pero él insistió en bebes agua del Ganges. Se la trajeron y no tuvo dificultad para beber medio vaso: Y con esto partió de su cuerpo. Eran las 11.15 p.m.

El momento en que Sivananda eligió para fundirse con lo Supremo resultó ser un sagrado Muhurta de extremo auspicio. En ese momento había una conjunción planetaria enaltecida en el último límite de Uttarayana y justo antes del “Southern Path” (la senda del sur). Un experto horologista, que era también un reputado astrólogo, había mencionado en la mañana de ese fatídico día que alrededor de la media noche iba a haber tal incomparable y acogedora conjunción planetaria que ningún Yogui que se estuviese preparando para partir desearía nunca perdérsela. La predicción resultó correcta y Sivananda escogió ese momento.

El cuerpo de Swamiji fue colocado en la postura del Loto. Discípulos y devotos, deslustrados y llenos de lágrimas, cantaban suavemente el Maha Mantra en la terraza de su Kutir, mientras uno por uno los ashramitas entraban, para inclinarse en silencio ante la forma amada.

La mañana siguiente, a través de los periódicos y la radio, el mundo supo del Mahasamadhi de su gran santo. Mensajes de simpatía y  condolencia de todo el mundo mantenían la oficina de correos trabajando a máxima presión. Los residentes de Rishikesh corrían dentro del Ashram. Todo el día siguiente y hasta bien entrada la noche, devotos venían de todas partes para el último Darshan.

Sivananda vive todavía. El vive en sus libros, vive en sus discípulos, vive en la verdadera atmósfera de su propio Ashram en Rishikesh.

Sivananda era un príncipe entre los hombres, una joya entre los santos. Las lanzas con las que conquistaba los corazones humanos eran el servicio y el amor. Su humildad y su amor lo hacían ser querido por todos.

¿Creó Sivananda una nueva religión? No. ¿Construyó una nueva iglesia? No. ¿Desarrolló un nuevo código de conducta y comportamientos morales? No. ¿Prescribió nuevas reglas y rituales? No.

Sivananda ayudó al hindú a ser mejor hindú, al cristiano a ser mejor cristiano, al parsi a ser mejor parsi, al musulmán a ser mejor musulmán. Hindúes, cristianos, musulmanes, parsis-todos le amaban. Todos le consideraban suyo.

Swami Sivananda no fue a tours mundiales, sino que estudiantes, devotos y admiradores se unían a el desde todo el mundo. El no pronunciaba grandes sermones, sino que miles de dubitativos eran transformados por una palabra sencilla o frase que caía de sus labios o era vista en sus libros. Había un poder en Sivananda-en sus pensamientos, en sus palabras, en sus actos. Era el poder de la Verdad. Era el poder de la Pureza. Era el poder del servicio y de Amor. Era el poder de Dios, el poder que yace en todos, pero que Sivananda manifestaba en su entera majestad.

La vida de Sivananda fue un panorama en movimiento de éxito a través de la lucha, del logro noble y del esfuerzo desinteresado. La vida del sabio es un indicador y un seguro. Indica el camino hacia la dicha suprema y asegura el éxito de aquellos que se cuiden de seguir su ejemplo. Su vida tiene un mensaje que ofrecer de un jinete que cabalga en lucha por la humanidad-un mensaje de servicio y amor, de esperanza y coraje y ardiente optimismo. Un mensaje para hoy.

 

 

om

 

                                        1 Junio 1947

 

Benditos aspirantes,

Ser auténticos, sed sinceros, sed fervorosos, sed vigilantes, sed hambrientos, sed sedientos. Proveeos vosotros mismos con las cuatro (verdad, sinceridad, fe y vigilancia).

Yo os daré el pan de la eterna vida. Yo os daré el néctar de la inmortalidad. Yo os vestiré con ropajes de paz eterna. Yo os daré descanso. Yo os confortaré. Yo os animaré. Yo os cuidaré en cuerpo y alma.

No dudéis. No os demoréis. No tardéis. Dejad vuestros equipajes y Sed. Venid a mí. Sed rápidos.

 

                                                                                                    Sivananda

 

 

om

 

 

                                                                                                    18 Enero 1946

 

Levantar al caído, guiar al ciego, compartir lo que tengo con otros, llevar Consuelo al afligido, animar al que sufre, son mis ideales.

Tener fe permanente en Dios, amar a mi prójimo como a mi propio Ser, amar a Dios con todo mi corazón y alma, proteger a las vacas, animales, mujeres y niños son mis objetivos. Mi consigna es amor. Mi meta es Sahaja Samadhi Avastha o el natural, continuo Estado de Supraconciencia.

 

                                                                                                    Sivananda

 

 

 





El segundo escrito es un esquema sencillo y un comentario sobre las enfermedades de sensibilización central

 


ENFERMEDADES DE SENSIBILIZACIÓN CENTRAL (COMENTARIO SOBRE SU ESQUEMA GENERAL)

 

El objetivo de este escrito es dibujar, de la forma más general posible, todo lo que hemos visto acerca de las llamadas enfermedades de sensibilización central (fibromialgia, sensibilidad química múltiple, síndrome de fatiga crónica, electrohipersensibilidad, neuropatía periférica…, etc.)

Todo el que lea este papel sabrá mejor que nadie las causas que se describen de los problemas de sensibilización central: Aspectos genéticos, algún componente alérgico, absorción o predisposición de la persona hacia las creencias, alteración en los mecanismos del olor, abusos, traumas, estrés, enfermedades mentales, daños en el sistema nervioso…, etc.

A continuación, vamos a describir cómo se producen los procesos de estos padecimientos, los cuales terminan en dolor o en reacciones de angustia, espasmos, problemas gastrointestinales, fatiga, problemas neurocognitivos, irritación y picores de zonas del cuerpo, visión borrosa y perdida de enfoque, debilidad, sensación de opresión en el pecho, todo tipo de erupciones y manchas en la piel…, etc. Además, estas reacciones, conllevan a su vez otras de otro tipo, tanto psíquicas como otras que afectan a los sistemas endocrino, digestivo, inmunitario, respiratorio, nervioso, muscular, esquelético…, etc.

Para describir el esquema general de estas enfermedades de sensibilización central, (también llamadas, psicosomáticas antes y somáticas ahora), hay que distinguir entre el dolor y la nocicepción. Cuando hablamos de dolor, vamos a equiparar éste a todas la reacciones descritas más arriba, de fatiga, espasmos, angustia, opresión, erupciones…, (todas las reacciones o sensaciones que se produzcan).

El mapa natural del dolor sigue el siguiente recorrido: Se produce un daño mecánico, químico o térmico y a continuación ese daño es captado por los receptores que tenemos en todo el cuerpo para ello (receptores nociceptivos) y esa captación del daño es transmitida por transmisión nerviosa al sistema nervioso central, donde el cerebro elabora la sensación de dolor.

Cuando hablamos de un daño mecánico, estamos hablando, por ejemplo, de cuando nos damos un golpe. Cuando hablamos de un daño químico, podemos estar refiriéndonos a cuando nos duele algo por un daño en un órgano determinado o una agresión de un agente químico, a través del aire, el agua…, etc. Y cuando hablamos de un daño térmico, estamos hablando de una quemadura, por ejemplo. Pues bien, como ya hemos referido, son los receptores nociceptivos los que captan estos daños y los transmiten por vía nerviosa al sistema nervioso central, donde es el cerebro el que elabora la sensación determinada de dolor.

En un estado normal de cosas, la sensación de dolor y las reacciones que ella conlleva, deberían ser aproximadamente proporcionales al daño producido y captado. Pero ello no es así siempre. Y para ver por qué no es así, vamos a ver el recorrido en el sistema nervioso, desde que se produce el daño hasta que se elabora la sensación y la reacción posterior. Hemos dicho, que primero se produce el daño (mecánico, químico o térmico). Ese daño es recogido por los receptores nociceptivos que tenemos en todo el cuerpo y a continuación se transmite por vía nerviosa con dirección hacia el sistema nervioso central. Concretamente hacia los núcleos o centros del dolor, ubicados en el mesencéfalo y en los núcleos de rafe del bulbo raquídeo. Desde ambos órganos, sigue la transmisión nerviosa hasta el cerebro, que es quien elabora la sensación.

Volvamos atrás. Volvamos a cuando los receptores nociceptivos captan el daño (mecánico, químico o térmico). Hemos dicho que ese daño se transmite por vía nerviosa. Y aquí es donde entramos en la calidad de la transmisión nerviosa. La transmisión nerviosa se produce a través de las células nerviosas o neuronas. De la salud o estado de nuestras células nerviosas depende mucho la sensación que se produzca después.

Vamos  salirnos un poco del tema para ilustrar mejor la importancia de esta transmisión. Supongamos que nos encontramos a dos amigos por la calle (Clara y Alejandro), que están hablando tranquilamente. Los saludamos y seguimos adelante. A continuación, nos encontramos con Felisa y procedemos a transmitirle el mensaje de que nos hemos encontrado a Clara y a Alejandro hablando tranquilamente. En una transmisión normal del mensaje, diríamos a Felisa que hemos visto a Clara y a Alejandro hablando tranquilamente. En una transmisión deteriorada del mensaje, podemos decirle a Felisa que hemos visto muy juntitos a Clara y a Alejandro hablando “de sus cosillas”. Ahora supongamos que Felisa se encuentra a Vicente y, siguiendo con el deterioro del mensaje original, le dice que han visto a Clara y a Alejandro muy acaramelados. Sigamos suponiendo que Vicente se encuentra después a Estela y, deteriorando aún más el mensaje, le comenta la supuesta noticia de que Clara y Alejandro están liados. Entonces, pasamos de un mensaje original, que siempre debió ser que Clara y Alejandro están hablando tranquilamente en la calle, a un mensaje absolutamente alterado, de que Clara y Alejandro están liados.

Algo parecido al ejemplo anterior funciona la transmisión nerviosa. Si la salud de nuestras neuronas es buena, el daño recogido por los receptores nociceptivos, se transmite exactamente de una célula a otra con la intensidad que se ha producido. Si la salud no es buena, la intensidad se altera. Y la sensación que finalmente reproduzca nuestro cerebro, que originariamente tenía que haber sido proporcional al daño sufrido, ya que ésta es la función que cumple el dolor (avisarnos del daño sufrido y de su intensidad), puede dejar de ser proporcional al daño sufrido. Uno de los casos más radicales en este sentido es el caso de la alodinia, donde se han descrito situaciones en las que personas podían sentir dolor incluso con el tacto de una sábana suave. O el caso de recién nacidos que sentían dolor ante las caricias de su madre…, etc.

Por otro lado, tenemos los inhibidores del dolor. Hemos dicho que los núcleos del dolor estaban en el mesencéfalo y en los núcleos de rafe del bulbo raquídeo. Pues en ambos sitios, también están los inhibidores del dolor. En el mesencéfalo, concretamente del Sistema Gris Periacueductal, nace el sistema opioide endógeno, que es productor y difusor de muchos de los analgésicos que produce nuestro cuerpo (a destacar las endorfinas y encefalinas). Y que está repartido por todo el cuerpo, al igual que dijimos con los receptores nociceptivos. Estas endorfinas y encefalinas, son las encargadas de atenuar la intensidad de las señales nociceptivas. Asimismo, en los núcleos de rafe, también se producen analgésicos naturales (a destacar la serotonina). Con el mismo cometido que en el caso de las endorfinas y encefalinas. Entonces, si nuestro sistema de inhibidores del dolor funciona bien, la sensación que se reproduzca en nuestro cerebro, será en gran parte atenuada por éstos analgésicos naturales o inhibidores del dolor. Si hay algo que falla, percibiremos la sensación de dolor más fuerte.

Tenemos que hablar también de los sistemas moduladores difusos. Estos sistemas, algunos de los cuales se hallan en el mismo lugar que los núcleos del dolor y sus inhibidores, tienen el cometido de amplificar o modular las cosas. Se supone que están ahí para que nuestros sistemas endocrino y nervioso se sirvan de ellos cuando les haga falta. Supongamos que funcionan bien: En este caso, amplificarán o modularán la señal nociceptiva y la de los inhibidores, hacia lo que nos sea más beneficioso, para que la señal final de nuestro cerebro capte el daño que tenemos, con el menor impacto negativo posible en nosotros. Si estos sistemas no funcionan bien, podrían hasta amplificar las señales nociceptivas y que el dolor fuera mucho más fuerte del daño producido; o en el lado opuesto, no sentir nada.

 

Este es el esquema general de las enfermedades de sensibilización central. En el caso de la sensibilidad química múltiple, la transmisión nerviosa de la sensibilidad, los inhibidores de la misma (en el mismo sitio) y los sistemas moduladores difusos funcionan igual que en el caso de los otros padecimientos.

 

Solución a todos estos problemas: Recuperar el equilibrio homeostático celular. Esta es la solución que parece indiscutible. Significa recuperar el equilibrio o la salud de las condiciones internas de todas las células implicadas en el proceso. Quizá esto suene un poco de Perogrullo, porque esta parece que es la solución, no solo para estas enfermedades, sino para todas. Pero sea de Perogrullo o no, es un punto de partida.

Podemos, por un lado, cuidar de que nuestros sistemas endocrino y nervioso no se vayan deteriorando más, y por otro lado, intentar que se vayan sanando.

Desde nuestro humilde parecer, las herramientas que podemos proponer son la vida natural y el yoga.

·        La vida natural. Las personas somos una especie animal determinada. Somos seres, dentro del reino animal, altamente evolucionados. Tanto, que nos olvidamos de lo que somos. Y quizá olvidarlo sea lo de menos. Lo difícil es recordarlo, porque nos negamos a ello, o sencillamente nos parece absurdo. Tenemos todo un mundo en nuestra mente sobrecargada. Un mundo que nos hemos ido creando durante mucho tiempo. Un mundo que puede ser más irreal o más real, pero que es nuestra referencia y donde se dice lo que es importante y lo que no. Y dentro de este mundo, escuchar, leer o pensar que es importante vivir de acuerdo a lo que eres biológicamente, puede parecernos hasta ridículo. Más ridículo aún cuando tienes una determinada enfermedad, porque tendemos en este caso a aferrarnos a los esquemas que más seguridad nos dan, que son los que ya tenemos en nuestra mente. Pero nos parezca o no ridículo, biológicamente somos una especie animal. Somos animales mamíferos. Y dado que somos una especie animal, tendríamos que procurar vivir de la forma más adecuada para nuestra especie. A saber: Las personas primero éramos herbívoros y después empezamos a comer carne. Sea cual sea la alimentación que sigamos, la dieta tiene que ser rica en frutas y verduras y con los alimentos lo menos químicamente tratados posibles. Alimentos que nos sean sanos sustanciosos y agradables y que nos produzcan salud, vigor y vitalidad. Tenemos que preparar la comida amorosamente, comer con amor y agradecimiento, masticando la comida debidamente y hacer la digestión de manera también calmada y amorosa. Cuando tengamos ganas de hacer las deposiciones y micciones, intentar hacerlas, sin esperar para luego. Los animales se mueven: Caminan, corren, saltan, se bañan en el río, en los arroyos, en los lagos y en el mar. Hacen todo tipo de movimientos. Nuestro cuerpo es una estructura extraordinariamente compleja, que se corresponde con nuestra grandísima evolución. Somos capaces de hacer cosas increíbles. Pero la vida sedentaria, hace, que esta maravillosa máquina que es nuestro cuerpo, a veces, se vuelva contra nosotros. Los animales controlan la fatiga. Salvo que tengan su sistema nervioso alterado, así lo hacen. El ser humano ha tardado mucho tiempo en racionalizar la importancia del control de la fatiga, tanto física como mental. Podemos empezar por pararnos cuando estemos cansados. Descansar cinco o diez minutos o lo que haga falta con la actitud adecuada, antes de seguir. Esto, que ya es de vital importancia para mantener nuestra salud, en los procesos de recuperación, de sanación, en los embarazos y en un largo etcétera de casos, es absolutamente fundamental. En los Estados Unidos de América, Canadá y en otros lugares hay Sociedades Médicas en colaboración con otras asociaciones, que hacen del control de la fatiga la piedra angular en la sanación de enfermedades gravísimas. Desgraciadamente, esta es la excepción que confirma la regla. En el resto del mundo, el control de la fatiga es simplemente una cosa más (un detalle más con más o menos importancia). Y en la generalidad, solo la mujer embarazada se para, cuando su instinto animal así se lo dicta fuertemente. Los animales no abusan unos de otros, ni se aprovechan de sus debilidades, ni violan a nadie. Algunos se comen a otros, los cazan y se defienden, pero ninguno abusa de ningún otro. En el caso de las enfermedades que aquí nos ocupan, la cantidad de abusos entre las personas es absolutamente increíble. Personas con estas enfermedades, se refugian a veces en otras a cualquier precio y se siente obligadas a soportar sus malos tratos y abusos, a cambio de ser acompañadas y apoyadas en los momentos que los necesiten. ¡Queridas amigas y amigos: Nadie tiene derecho a maltratar ni a abusar de nadie, no hay excusas que valgan para ello! También es importante dormir bien. Intentar no pensar demasiado cuando se vayan acercando las horas de sueño. No sobrecargarnos tampoco de comida. No sobreexcitarnos. Si nos es difícil aparcar las preocupaciones, intentar ponerles un horario y que no se salgan de su horario, si es posible. Cuando se acerque la hora de dormir, ya sabemos que están fuera de horario

 

·        El Yoga. Proponemos una sadhana o rutina anual de Hatha Yoga, adecuada a las circunstancias de cada persona. Que vaya aumentando en una determinada parte del año. Y después vaya disminuyendo. Por ejemplo, aumentando desde abril a septiembre y disminuyendo desde octubre a marzo. Las asanas o posturas tienen un efecto a nivel interno (masajeando y actuando sobre las glándulas endocrinas y sobre todo el sistema nervioso). Cada postura tiene un efecto determinado. Al igual que cada ejercicio de pranayama o respiración. Por ejemplo: Abril. En las cuatro semanas de este mes, la persona realizará una sesión de Hatha Yoga a la semana, adecuada a sus circunstancias. Mayo. De las cuatro semanas de mayo, la persona realizará en tres semanas una sesión de Hatha Yoga a la semana y en la otra semana dos sesiones. Así aumentando hasta septiembre y después disminuyendo hasta marzo.  En dicha sesión, además de tener presente el estado físico de la persona, hay que hacer hincapié en el control de la fatiga, tanto física como mental. Asimismo, en nuestra opinión, en dichas sesiones, la persona debe ir al servicio tres, cuatro, cinco veces o las que hagan falta. El Hatha Yoga, al actuar y sanar tu sistema endocrino, mejora todo tu estado de salud, en general. La respiración es fundamental, para nuestro estado de salud. Muchas veces, cuando tenemos problemas de salud, nuestra respiración se altera y esto hay que rectificarlo y volver a respirar adecuadamente. A través de la respiración llega el aporte de oxígeno a todas las células de nuestro cuerpo, las cuales lo necesitan. Y también a través de la respiración tenemos que expulsar los gases de desecho que tenemos dentro de nosotros, los cuales, cuanto mejor los expulsemos, más espacio habrá en nuestro pulmones para recibir el aporte de oxígeno. Además de la rutina anual de Hatha Yoga, proponemos la meditación. Que la persona empiece meditando una vez por semana y vaya aumentando a los días a la semana que pueda. Puede empezar por meditar cinco minutos e ir aumentando, hasta la media hora. O bien, empezar directamente por veinte minutos o algo así. Nos referirnos a la meditación tradicional, de fijar la mente en un solo punto o pensamiento, que es la que practicamos y conocemos. La meditación, desde el minuto uno, te limpia la mente y te proporciona fuerza mental. Puede que al principio sea algo incómodo, porque te asalten todo tipo de pensamientos que no puedas controlar. Pero no te preocupes. Vuelve suavemente al punto de referencia que has escogido y sigue meditando. La meditación actúa sobre la regeneración celular y especialmente favorece la neurogénesis (el nacimiento de nuevas células nerviosas).

Tanto el Hatha Yoga como la meditación, además del mejoramiento del estado físico o de salud, inciden por supuesto sobre tu estado mental. El Yoga es un camino espiritual, que te lleva hacia ti mismo, hacia tu esencia. A que poco a poco vayas experimentando ese ser de existencia, conocimiento y dicha que eres: Esa fuente ilimitada de amor, inteligencia y energía que somos cada uno de nosotros. Y una vez en este punto, conectemos y nos fundamos con la fuente divina de energía, inteligencia y amor, o de existencia, conocimiento y dicha: Dios o el nombre que cada uno le dé, de acuerdo a sus creencias. No se trata de tapar lo que eres y poner a otra persona en tu lugar. Se trata de que saques fuera lo que eres de verdad.

Hay otras cosas en el Yoga que te pueden ayudar. Eso ya depende del temperamento de cada persona. La lectura de textos; la oración y recitación de mantras; los cantos; el servicio desinteresado que siempre has querido hacer; la aplicación de las prescripciones…, etc.

El Yoga te proporciona experiencias maravillosas. Te recuerda constantemente, que lo que es bueno es también verdad. Te proporciona salud, fuerza física, vigor y vitalidad y fuerza y salud también mentales. Te proporciona otro punto de vista sobre las cosas. Aunque haya para nosotros tragedias, donde nos resulte muy difícil sacarles el lado bueno, también hay cosas buenas, a las que es muy difícil sacarles el lado malo. Y la inmensa mayoría de las cosas, para que sean tragedias o bendiciones, depende de cómo nos las tomemos. Cada día es un nuevo comienzo y en este nuevo comienzo, haga calor o frío, el día está maravilloso y todo indica que van a pasarte un buen número de cosas buenas. Que puedes tener una pequeña molestia, pero la molestia no eres tú. Tú estás radiante y tienes ahí una pequeña molestia, que ya está sobrando. Pero mientras, déjala un poco ahí a la pobre que disfrute hasta que se vaya disipando poco a poco (como a ritmo de bosa nova). Y sal a vivir, como es propio del ser que eres. El Yoga tiene muchas cosas para mejorar la salud de tus transmisiones nerviosas, de tus mecanismos de inhibición del dolor y la sensibilidad que te dañe y de tus sistemas moduladores difusos.

Esperemos que estas cosas que os hemos escrito os sirvan. Si es así, acordaros de nuestro maestro Swami Sivananda, de alguna insigne doctora y de una persona admirable que se llamaba Xintia Acevedo.

 

 

 

 

ENFERMEDADES DE SENSIBILIZACIÓN CENTRAL (COMENTARIO SOBRE SU ESQUEMA GENERAL)

 

El objetivo de este escrito es dibujar, de la forma más general posible, todo lo que hemos visto acerca de las llamadas enfermedades de sensibilización central (fibromialgia, sensibilidad química múltiple, síndrome de fatiga crónica, electrohipersensibilidad, neuropatía periférica…, etc.)

Todo el que lea este papel sabrá mejor que nadie las causas que se describen de los problemas de sensibilización central: Aspectos genéticos, algún componente alérgico, absorción o predisposición de la persona hacia las creencias, alteración en los mecanismos del olor, abusos, traumas, estrés, enfermedades mentales, daños en el sistema nervioso…, etc.

A continuación, vamos a describir cómo se producen los procesos de estos padecimientos, los cuales terminan en dolor o en reacciones de angustia, espasmos, problemas gastrointestinales, fatiga, problemas neurocognitivos, irritación y picores de zonas del cuerpo, visión borrosa y perdida de enfoque, debilidad, sensación de opresión en el pecho, todo tipo de erupciones y manchas en la piel…, etc. Además, estas reacciones, conllevan a su vez otras de otro tipo, tanto psíquicas como otras que afectan a los sistemas endocrino, digestivo, inmunitario, respiratorio, nervioso, muscular, esquelético…, etc.

Para describir el esquema general de estas enfermedades de sensibilización central, (también llamadas, psicosomáticas antes y somáticas ahora), hay que distinguir entre el dolor y la nocicepción. Cuando hablamos de dolor, vamos a equiparar éste a todas la reacciones descritas más arriba, de fatiga, espasmos, angustia, opresión, erupciones…, (todas las reacciones o sensaciones que se produzcan).

El mapa natural del dolor sigue el siguiente recorrido: Se produce un daño mecánico, químico o térmico y a continuación ese daño es captado por los receptores que tenemos en todo el cuerpo para ello (receptores nociceptivos) y esa captación del daño es transmitida por transmisión nerviosa al sistema nervioso central, donde el cerebro elabora la sensación de dolor.

Cuando hablamos de un daño mecánico, estamos hablando, por ejemplo, de cuando nos damos un golpe. Cuando hablamos de un daño químico, podemos estar refiriéndonos a cuando nos duele algo por un daño en un órgano determinado o una agresión de un agente químico, a través del aire, el agua…, etc. Y cuando hablamos de un daño térmico, estamos hablando de una quemadura, por ejemplo. Pues bien, como ya hemos referido, son los receptores nociceptivos los que captan estos daños y los transmiten por vía nerviosa al sistema nervioso central, donde es el cerebro el que elabora la sensación determinada de dolor.

En un estado normal de cosas, la sensación de dolor y las reacciones que ella conlleva, deberían ser aproximadamente proporcionales al daño producido y captado. Pero ello no es así siempre. Y para ver por qué no es así, vamos a ver el recorrido en el sistema nervioso, desde que se produce el daño hasta que se elabora la sensación y la reacción posterior. Hemos dicho, que primero se produce el daño (mecánico, químico o térmico). Ese daño es recogido por los receptores nociceptivos que tenemos en todo el cuerpo y a continuación se transmite por vía nerviosa con dirección hacia el sistema nervioso central. Concretamente hacia los núcleos o centros del dolor, ubicados en el mesencéfalo y en los núcleos de rafe del bulbo raquídeo. Desde ambos órganos, sigue la transmisión nerviosa hasta el cerebro, que es quien elabora la sensación.

Volvamos atrás. Volvamos a cuando los receptores nociceptivos captan el daño (mecánico, químico o térmico). Hemos dicho que ese daño se transmite por vía nerviosa. Y aquí es donde entramos en la calidad de la transmisión nerviosa. La transmisión nerviosa se produce a través de las células nerviosas o neuronas. De la salud o estado de nuestras células nerviosas depende mucho la sensación que se produzca después.

Vamos  salirnos un poco del tema para ilustrar mejor la importancia de esta transmisión. Supongamos que nos encontramos a dos amigos por la calle (Clara y Alejandro), que están hablando tranquilamente. Los saludamos y seguimos adelante. A continuación, nos encontramos con Felisa y procedemos a transmitirle el mensaje de que nos hemos encontrado a Clara y a Alejandro hablando tranquilamente. En una transmisión normal del mensaje, diríamos a Felisa que hemos visto a Clara y a Alejandro hablando tranquilamente. En una transmisión deteriorada del mensaje, podemos decirle a Felisa que hemos visto muy juntitos a Clara y a Alejandro hablando “de sus cosillas”. Ahora supongamos que Felisa se encuentra a Vicente y, siguiendo con el deterioro del mensaje original, le dice que han visto a Clara y a Alejandro muy acaramelados. Sigamos suponiendo que Vicente se encuentra después a Estela y, deteriorando aún más el mensaje, le comenta la supuesta noticia de que Clara y Alejandro están liados. Entonces, pasamos de un mensaje original, que siempre debió ser que Clara y Alejandro están hablando tranquilamente en la calle, a un mensaje absolutamente alterado, de que Clara y Alejandro están liados.

Algo parecido al ejemplo anterior funciona la transmisión nerviosa. Si la salud de nuestras neuronas es buena, el daño recogido por los receptores nociceptivos, se transmite exactamente de una célula a otra con la intensidad que se ha producido. Si la salud no es buena, la intensidad se altera. Y la sensación que finalmente reproduzca nuestro cerebro, que originariamente tenía que haber sido proporcional al daño sufrido, ya que ésta es la función que cumple el dolor (avisarnos del daño sufrido y de su intensidad), puede dejar de ser proporcional al daño sufrido. Uno de los casos más radicales en este sentido es el caso de la alodinia, donde se han descrito situaciones en las que personas podían sentir dolor incluso con el tacto de una sábana suave. O el caso de recién nacidos que sentían dolor ante las caricias de su madre…, etc.

Por otro lado, tenemos los inhibidores del dolor. Hemos dicho que los núcleos del dolor estaban en el mesencéfalo y en los núcleos de rafe del bulbo raquídeo. Pues en ambos sitios, también están los inhibidores del dolor. En el mesencéfalo, concretamente del Sistema Gris Periacueductal, nace el sistema opioide endógeno, que es productor y difusor de muchos de los analgésicos que produce nuestro cuerpo (a destacar las endorfinas y encefalinas). Y que está repartido por todo el cuerpo, al igual que dijimos con los receptores nociceptivos. Estas endorfinas y encefalinas, son las encargadas de atenuar la intensidad de las señales nociceptivas. Asimismo, en los núcleos de rafe, también se producen analgésicos naturales (a destacar la serotonina). Con el mismo cometido que en el caso de las endorfinas y encefalinas. Entonces, si nuestro sistema de inhibidores del dolor funciona bien, la sensación que se reproduzca en nuestro cerebro, será en gran parte atenuada por éstos analgésicos naturales o inhibidores del dolor. Si hay algo que falla, percibiremos la sensación de dolor más fuerte.

Tenemos que hablar también de los sistemas moduladores difusos. Estos sistemas, algunos de los cuales se hallan en el mismo lugar que los núcleos del dolor y sus inhibidores, tienen el cometido de amplificar o modular las cosas. Se supone que están ahí para que nuestros sistemas endocrino y nervioso se sirvan de ellos cuando les haga falta. Supongamos que funcionan bien: En este caso, amplificarán o modularán la señal nociceptiva y la de los inhibidores, hacia lo que nos sea más beneficioso, para que la señal final de nuestro cerebro capte el daño que tenemos, con el menor impacto negativo posible en nosotros. Si estos sistemas no funcionan bien, podrían hasta amplificar las señales nociceptivas y que el dolor fuera mucho más fuerte del daño producido; o en el lado opuesto, no sentir nada.

 

Este es el esquema general de las enfermedades de sensibilización central. En el caso de la sensibilidad química múltiple, la transmisión nerviosa de la sensibilidad, los inhibidores de la misma (en el mismo sitio) y los sistemas moduladores difusos funcionan igual que en el caso de los otros padecimientos.

 

Solución a todos estos problemas: Recuperar el equilibrio homeostático celular. Esta es la solución que parece indiscutible. Significa recuperar el equilibrio o la salud de las condiciones internas de todas las células implicadas en el proceso. Quizá esto suene un poco de Perogrullo, porque esta parece que es la solución, no solo para estas enfermedades, sino para todas. Pero sea de Perogrullo o no, es un punto de partida.

Podemos, por un lado, cuidar de que nuestros sistemas endocrino y nervioso no se vayan deteriorando más, y por otro lado, intentar que se vayan sanando.

Desde nuestro humilde parecer, las herramientas que podemos proponer son la vida natural y el yoga.

·        La vida natural. Las personas somos una especie animal determinada. Somos seres, dentro del reino animal, altamente evolucionados. Tanto, que nos olvidamos de lo que somos. Y quizá olvidarlo sea lo de menos. Lo difícil es recordarlo, porque nos negamos a ello, o sencillamente nos parece absurdo. Tenemos todo un mundo en nuestra mente sobrecargada. Un mundo que nos hemos ido creando durante mucho tiempo. Un mundo que puede ser más irreal o más real, pero que es nuestra referencia y donde se dice lo que es importante y lo que no. Y dentro de este mundo, escuchar, leer o pensar que es importante vivir de acuerdo a lo que eres biológicamente, puede parecernos hasta ridículo. Más ridículo aún cuando tienes una determinada enfermedad, porque tendemos en este caso a aferrarnos a los esquemas que más seguridad nos dan, que son los que ya tenemos en nuestra mente. Pero nos parezca o no ridículo, biológicamente somos una especie animal. Somos animales mamíferos. Y dado que somos una especie animal, tendríamos que procurar vivir de la forma más adecuada para nuestra especie. A saber: Las personas primero éramos herbívoros y después empezamos a comer carne. Sea cual sea la alimentación que sigamos, la dieta tiene que ser rica en frutas y verduras y con los alimentos lo menos químicamente tratados posibles. Alimentos que nos sean sanos sustanciosos y agradables y que nos produzcan salud, vigor y vitalidad. Tenemos que preparar la comida amorosamente, comer con amor y agradecimiento, masticando la comida debidamente y hacer la digestión de manera también calmada y amorosa. Cuando tengamos ganas de hacer las deposiciones y micciones, intentar hacerlas, sin esperar para luego. Los animales se mueven: Caminan, corren, saltan, se bañan en el río, en los arroyos, en los lagos y en el mar. Hacen todo tipo de movimientos. Nuestro cuerpo es una estructura extraordinariamente compleja, que se corresponde con nuestra grandísima evolución. Somos capaces de hacer cosas increíbles. Pero la vida sedentaria, hace, que esta maravillosa máquina que es nuestro cuerpo, a veces, se vuelva contra nosotros. Los animales controlan la fatiga. Salvo que tengan su sistema nervioso alterado, así lo hacen. El ser humano ha tardado mucho tiempo en racionalizar la importancia del control de la fatiga, tanto física como mental. Podemos empezar por pararnos cuando estemos cansados. Descansar cinco o diez minutos o lo que haga falta con la actitud adecuada, antes de seguir. Esto, que ya es de vital importancia para mantener nuestra salud, en los procesos de recuperación, de sanación, en los embarazos y en un largo etcétera de casos, es absolutamente fundamental. En los Estados Unidos de América, Canadá y en otros lugares hay Sociedades Médicas en colaboración con otras asociaciones, que hacen del control de la fatiga la piedra angular en la sanación de enfermedades gravísimas. Desgraciadamente, esta es la excepción que confirma la regla. En el resto del mundo, el control de la fatiga es simplemente una cosa más (un detalle más con más o menos importancia). Y en la generalidad, solo la mujer embarazada se para, cuando su instinto animal así se lo dicta fuertemente. Los animales no abusan unos de otros, ni se aprovechan de sus debilidades, ni violan a nadie. Algunos se comen a otros, los cazan y se defienden, pero ninguno abusa de ningún otro. En el caso de las enfermedades que aquí nos ocupan, la cantidad de abusos entre las personas es absolutamente increíble. Personas con estas enfermedades, se refugian a veces en otras a cualquier precio y se siente obligadas a soportar sus malos tratos y abusos, a cambio de ser acompañadas y apoyadas en los momentos que los necesiten. ¡Queridas amigas y amigos: Nadie tiene derecho a maltratar ni a abusar de nadie, no hay excusas que valgan para ello! También es importante dormir bien. Intentar no pensar demasiado cuando se vayan acercando las horas de sueño. No sobrecargarnos tampoco de comida. No sobreexcitarnos. Si nos es difícil aparcar las preocupaciones, intentar ponerles un horario y que no se salgan de su horario, si es posible. Cuando se acerque la hora de dormir, ya sabemos que están fuera de horario

 

·        El Yoga. Proponemos una sadhana o rutina anual de Hatha Yoga, adecuada a las circunstancias de cada persona. Que vaya aumentando en una determinada parte del año. Y después vaya disminuyendo. Por ejemplo, aumentando desde abril a septiembre y disminuyendo desde octubre a marzo. Las asanas o posturas tienen un efecto a nivel interno (masajeando y actuando sobre las glándulas endocrinas y sobre todo el sistema nervioso). Cada postura tiene un efecto determinado. Al igual que cada ejercicio de pranayama o respiración. Por ejemplo: Abril. En las cuatro semanas de este mes, la persona realizará una sesión de Hatha Yoga a la semana, adecuada a sus circunstancias. Mayo. De las cuatro semanas de mayo, la persona realizará en tres semanas una sesión de Hatha Yoga a la semana y en la otra semana dos sesiones. Así aumentando hasta septiembre y después disminuyendo hasta marzo.  En dicha sesión, además de tener presente el estado físico de la persona, hay que hacer hincapié en el control de la fatiga, tanto física como mental. Asimismo, en nuestra opinión, en dichas sesiones, la persona debe ir al servicio tres, cuatro, cinco veces o las que hagan falta. El Hatha Yoga, al actuar y sanar tu sistema endocrino, mejora todo tu estado de salud, en general. La respiración es fundamental, para nuestro estado de salud. Muchas veces, cuando tenemos problemas de salud, nuestra respiración se altera y esto hay que rectificarlo y volver a respirar adecuadamente. A través de la respiración llega el aporte de oxígeno a todas las células de nuestro cuerpo, las cuales lo necesitan. Y también a través de la respiración tenemos que expulsar los gases de desecho que tenemos dentro de nosotros, los cuales, cuanto mejor los expulsemos, más espacio habrá en nuestro pulmones para recibir el aporte de oxígeno. Además de la rutina anual de Hatha Yoga, proponemos la meditación. Que la persona empiece meditando una vez por semana y vaya aumentando a los días a la semana que pueda. Puede empezar por meditar cinco minutos e ir aumentando, hasta la media hora. O bien, empezar directamente por veinte minutos o algo así. Nos referirnos a la meditación tradicional, de fijar la mente en un solo punto o pensamiento, que es la que practicamos y conocemos. La meditación, desde el minuto uno, te limpia la mente y te proporciona fuerza mental. Puede que al principio sea algo incómodo, porque te asalten todo tipo de pensamientos que no puedas controlar. Pero no te preocupes. Vuelve suavemente al punto de referencia que has escogido y sigue meditando. La meditación actúa sobre la regeneración celular y especialmente favorece la neurogénesis (el nacimiento de nuevas células nerviosas).

Tanto el Hatha Yoga como la meditación, además del mejoramiento del estado físico o de salud, inciden por supuesto sobre tu estado mental. El Yoga es un camino espiritual, que te lleva hacia ti mismo, hacia tu esencia. A que poco a poco vayas experimentando ese ser de existencia, conocimiento y dicha que eres: Esa fuente ilimitada de amor, inteligencia y energía que somos cada uno de nosotros. Y una vez en este punto, conectemos y nos fundamos con la fuente divina de energía, inteligencia y amor, o de existencia, conocimiento y dicha: Dios o el nombre que cada uno le dé, de acuerdo a sus creencias. No se trata de tapar lo que eres y poner a otra persona en tu lugar. Se trata de que saques fuera lo que eres de verdad.

Hay otras cosas en el Yoga que te pueden ayudar. Eso ya depende del temperamento de cada persona. La lectura de textos; la oración y recitación de mantras; los cantos; el servicio desinteresado que siempre has querido hacer; la aplicación de las prescripciones…, etc.

El Yoga te proporciona experiencias maravillosas. Te recuerda constantemente, que lo que es bueno es también verdad. Te proporciona salud, fuerza física, vigor y vitalidad y fuerza y salud también mentales. Te proporciona otro punto de vista sobre las cosas. Aunque haya para nosotros tragedias, donde nos resulte muy difícil sacarles el lado bueno, también hay cosas buenas, a las que es muy difícil sacarles el lado malo. Y la inmensa mayoría de las cosas, para que sean tragedias o bendiciones, depende de cómo nos las tomemos. Cada día es un nuevo comienzo y en este nuevo comienzo, haga calor o frío, el día está maravilloso y todo indica que van a pasarte un buen número de cosas buenas. Que puedes tener una pequeña molestia, pero la molestia no eres tú. Tú estás radiante y tienes ahí una pequeña molestia, que ya está sobrando. Pero mientras, déjala un poco ahí a la pobre que disfrute hasta que se vaya disipando poco a poco (como a ritmo de bosa nova). Y sal a vivir, como es propio del ser que eres. El Yoga tiene muchas cosas para mejorar la salud de tus transmisiones nerviosas, de tus mecanismos de inhibición del dolor y la sensibilidad que te dañe y de tus sistemas moduladores difusos.

Esperemos que estas cosas que os hemos escrito os sirvan. Si es así, acordaros de nuestro maestro Swami Sivananda, de alguna insigne doctora y de una persona admirable que se llamaba Xintia Acevedo.

 

 

 

 

 
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